El primer binomio proclamado para las elecciones presidenciales a celebrarse el próximo junio (estamos a seis meses y fracción de la fecha) fue el propuesto por el partido político VAMOS, organización que participa por primera vez en elecciones. VAMOS –su nombre lo indica– constituye toda una invitación a que caminemos juntos y proclamó como candidatos a Alejandro Giammatei y Guillermo Castillo, ambos de probadas ejecutorias tanto en el sector público como en el privado, en el caso del segundo, abogado, notable su paso por el INTECAP, importante institución de formación profesional (probado buen manejo de presupuesto y de personal), lo que también podríamos decir de Alejandro Giammatei, quien es médico.
El último desempeño público de este fue al frente de la muy difícil Dirección General de Presidios –un reto al que ninguna figura pública se hubiera atrevido– habiéndose visto acusado de los crímenes que fueran cometidos en la trágica toma de Pavón. Alejandro Giammatei fue el único de los funcionarios imputados que permaneció en Guatemala y que, en Guatemala, se sometió a los tribunales de justicia y respondió por las acusaciones formuladas, habiendo sido absuelto de todos los cargos imputados por resoluciones que se encuentran firmes y que, en consecuencia, no podrían constituir obstáculo alguno para su actual candidatura. Se ha dicho que podría ser perseguido por el caso los reos fugados de la cárcel apodada El Infiernito y por la masacre perpetrada en El Boquerón –cárcel de máxima seguridad– pero esto es imposible ya que imputaciones de este tipo carecerían de sustentación alguna dado que nada tiene que ver el director general de Presidios con la persecución policial que se haya podido hacer de los reos fugados y sobre el manejo que pudo haber habido en tal persecución (ningún mando ejerce el director general de Presidios sobre la Policía Nacional Civil) y en el caso de El Boquerón, porque cuando ocurrieron los hechos en esta cárcel “de máxima seguridad” ya no era director general de Presidios y, en consecuencia, ninguna responsabilidad podría tener en cuanto al traslado de reos que fuera ordenado y el posterior asesinato de estos. El primer binomio, pues, se presenta limpio a la elección presidencial y serán los electores quienes –tal y como debe ser– le ponderen con su voto: son los electores los únicos que deben decidir. No necesariamente es así pero se afirma en la jerga política que el primero en proclamarse, el primero en inscribirse, el primero en la papeleta electoral, será el primero, también ¿Una mera superstición? en la votación obtenida. Poco se ha sabido del primer binomio y de sus planteamientos, una vez proclamado, lo cual no es sino la necesaria consecuencia de los muy mal manejados conceptos de campaña anticipada, tanto por parte de los legisladores como de la autoridades que, para hacerlo incluso más oscuro y escabroso “interpretan” la ley, cuando la aplican. Cualquier declaración, cualquier planteamiento puede tomarse –estúpidamente– como campaña anticipada y obstaculizar –estúpidamente– la inscripción de un candidato. (La estupidez debe señalarse puesto que nada puede ser más peligroso que tenga iniciativa).
El segundo binomio –habrá de sufrir lo mismo– fue proclamado el pasado domingo por el partido político TODOS, organización que hace su segunda aparición en elecciones generales habiendo obtenido en las pasadas la tercera votación en materia parlamentaria, lo que se tradujo en un notable número de diputados, fuerza parlamentaria que se ha dejado sentir en esta legislatura, siendo su figura más destacada su secretario general, primer vicepresidente del Congreso, Felipe Alejos.
El binomio de TODOS lo integran los abogados Alfredo Cabrera y Ricardo Sagastume, el segundo, recordado secretario general del Centro de Resolución de Conflictos de la Cámara de Industria de Guatemala (CRECIG), habiendo presidido la Gremial de Telecomunicaciones y pasado brevemente por el Ministerio de Economía. En el caso de Alfredo Cabrera se trata de un conocido abogado litigante que ocupó la más alta posición de su gremio, la Presidencia del Colegio de Abogados y Notarios, docente universitario y, en su momento, decano de la Facultad de Derecho de la universidad D’Avinci, una Universidad de nuevo cuño. Tal y como ocurrirá con todos los demás binomios, después de su proclamación, imperará el silencio: tal la consecuencia de las ocurrencias legislativas e “interpretativas” que hacen imperar ese silencio, nefasto como lo es para la vida democrática (de la zarabanda de musiquitas y canciones –no conocemos el justo medio– nos hemos pasado al silencio sepulcral). No impera el silencio, sin embargo, para la crítica y, así, ya se escuchan las críticas perioditiqueras que no solo despedazan a los posibles candidatos sino que incluso ponen en entredicho el propio proceso electoral, críticas periodistiqueras que fueron incapaces de proponer cambio significativo alguno que hubiera podido ofrecernos un proceso distinto. La clave de todo –no me cansaré de repetirlo– se encuentra en el Congreso ya que este tiene en sus manos la aprobación del Presupuesto y de las leyes, así como la toma de las más importantes decisiones nacionales y, en tanto no se cambie la forma de elegir a los diputados que lo integran seguirá sin saber el ciudadano quién es SU diputado y persistirá la percepción ciudadana de que no se encuentra uno representado en el Congreso. Que no sepa uno quién es SU diputado y que se tenga esa percepción ciudadana de no encontrase nadie en verdad representado se debe a la existencia del listado nacional de diputados y de los listados distritales, consecuencia –estos últimos– de la inmensidad de nuestros distritos electorales.
Continuará…