Por: Werner R. González
Consultor independiente
[email protected]
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) proclamados al mundo por las Naciones Unidas en septiembre del 2015 son el faro lumínico a seguir ruta al desarrollo (social, económico, cultural y político) de los países, naciones y estados. Especialmente, aquellos, cuya fase de desarrollo fabril-manufacturero se encuentra en un estadio industrial menos desarrollado y socialmente menos integrados. La clasificación occidental de los países es de todo conocido: 1. Altamente industrializados, 2. Industrializados, 3. Emergentes, y 4. Menos adelantados. Desde luego, altamente entendible y razonable que desde otra cultura o cosmovisión esta categorización occidental de países sea clasificada bajo parámetros de vida existencial distintos.
En este sentido de medición paramétrica del bienestar de los pueblos (en materia de desarrollo social, económico, cultural y político) las Naciones Unidas (Pnud/ONU) desde el año 2010 ha adoptado la metodología Alkire-Foster OPHI-Oxford del Reino Unido a manera de plataforma metodológica para sustento multifactorial al Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) que para Guatemala podría tomar el acrónimo de IPM-Gt.
Más de cien países han adoptado esta metodología y cincuenta de ellos están trabajando ya en su IPM-País. En América Latina, Chile, Colombia, México, República Dominicana, Costa Rica, El Salvador y Panamá tienen ya resultados de niveles de pobreza con base en medición multifactorial. Si bien el actual gobierno, ha empujado el Proyecto Nacional K´atun 2032, uniendo a este, los ODS es positivo el hecho de que a alto nivel se ha aceptado la llegada del IPM-País a territorio nacional. Este indicador vendrá a focalizar territorios, fortalecer políticas y facilitar comunicación social en Zonas de Acción Prioritarias (ZAP) vulnerables en el país. Las tres “F” para el desarrollo social de Guatemala.