“La historia la escriben los ganadores”, sentencia casi absoluta, no escatima conquistadores o estrellas de rock. Así lo demuestra Bohemian Rhapsody, película que no pretende contar paso a paso las venturas y sinventuras de Queen. Más bien, dar una mirada fugaz a la banda y a su vocalista.
Las no menos de dos horas de la cinta pasan sin que te des cuenta. La edición, a ritmo preciso como canción de Queen, no deja que te aburrás. Te presenta solo lo más importante de la historia y no se detiene en los detalles, no permite que el tedio de la realidad toque al filme.
No me considero seguidor del trabajo de Queen, pero el título te deja con ganas de más, de salir del cine e ir a escuchar los grandes éxitos de la banda. Tengo entendido que la vida de Mercury fue mucho más compleja de lo que muestra la película. No solo por el tema sexual, sino por los excesos que lo caracterizaron y, principalmente, sus extravagancias.
Considero que la cinta debe ser vista como una interpretación de lo que quizá fue la vida del músico. No es que mienta, es que se dedica a contar lo que el espectador espera. Leí una crítica que decía que era complaciente al fan. No lo sé, lo cierto es que no te aburrirá.
Las presentaciones musicales son concisas. No te muestran las canciones completas, solo son breves aportes que te hacen entender el contexto en que se crearon. Yo iba por dos cortes que no son necesariamente los más conocidos: Princes of the Universe, el tema de Highlander que no aparece, y Who Wants to Live Forever. Si la ves, cuando empiece a sonar, será el momento más intenso del filme, ese en el que dan ganas de llorar.
Es preciso mencionar que Brian May y Roger Taylor, cofundadores de Queen, son los productores ejecutivo-musicales de la película y que Bryan Singer, el director, fue responsable de varias entregas de los X-Men. Ahora, Rami Malek te hace creer que es Freddie Mercury, es verlo resucitar en la pantalla. El cierre de la cinta con el concierto del Live Aid de 1985 es una joya musical y de producción. Solo disfrutable en cine.
Decepción fílmica: Kevin Hart: What Now? (2016). Quizá no entendí los chistes o tal vez el comediante demostró demasiada energía sobre el escenario. Lo cierto es que no logré reír. Desde la presentación, que es una burla a Casino Royale, se intuye que no será tan divertido.
Lica de domingo: Drácula (1992). Los actores, el guion y la cinematografía forjan una versión que no ha sido superada desde entonces. La mejor manera de entender que “el amor nunca muere”. Ideal para un domingo en la noche. Tom Waits es Renfield. ¿Se necesita saber algo más?