Esta es una comedia incómoda, porque se ríe con pena. Acá vemos cómo el realismo mágico reina desde Tijuana hasta Punta del Este: el comportamiento latinoamericano es parejo. Todo comienza con el discurso de aceptación del escritor argentino Daniel Mantovani (Oscar Martínez). En sus manos está el nuevo Premio Nobel de Literatura, y a partir de ahí, cada una de las conversaciones de la historia fue hecha bajo la lupa: son mordaces, palabras con filo. Hay una retórica que mantiene la atención durante las casi dos horas que dura la película.
Por momentos parece un documental, pues acompañamos al laureado escritor en su retorno, 40 años después, a su natal Salas, un pueblo de la provincia de Buenos Aires. Lo espera el título de ciudadano ilustre y un lugar del cual escapó y al que la distancia lo hace parecer un terruño nostálgico, no el infierno chico del cual no quiso saber más.
No hay actor, ni toma, música o secuencia que sobre. Salas es un municipio que puede estar en medio de cualquiera de las naciones de este continente. Lo diré de otra forma: imaginate que Miguel Ángel Asturias regresa de Francia en pleno 2018 al Barrio Moderno para recibir la mención de vecino distinguido.
Esta no es una burla a la identidad; en mi opinión, es un manifiesto de cómo somos, desde lo tierno hasta lo malvado; de cómo funcionan las envidias y que, al final, hay personas de almas pequeñas en un mundo que no deja de sorprendernos.
El guion es inteligente, y en opinión del actor Oscar Martínez esto es “un muestreo de costumbres sociales, culturales, de nuestra idiosincrasia; la manera de ser en sus aspectos más desagradables: chauvinismo, mediocridad, ignorancia, fanatismo ideológico, barbarismo, violencia, machismo de la peor especie; bueno, puedo seguir, hay hipocresía política”. Pasa en Argentina, quizá pasa en toda la región.
Decepción fílmica: Chilling Adventures of Sabrina (2018). Empezamos mal: Salem no habla y no es una comedia, pero tampoco es lo suficientemente macabra para causar terror. Es una serie de horror para adolescentes, nada más.
Lica de domingo: The Nightmare Before Christmas (1993): la genialidad de esta película está en transformar la iconografía macabra en algo tierno y entretenido, desde las canciones hasta los personajes. Fantástico como apuestan la vida de Santa en una ruleta al ritmo de la Oogie Boogie Song.