Con un tiempo de 28 horas y media, el nacional Juan Carlos Sagastume completó la travesía de 160 kilómetros, que inició el viernes a las 18:00 horas (tiempo local) y que finalizó el sábado a las 22:30 horas.
Según narró Sagastume, luego de completar un ritual personal, mediante el cual pidió permiso al desierto para dejarlo ingresar y permitirle llegar al otro lado, arrancó la carrera en las cercanías de la región de Llica, del que sería uno de los desafíos más severos que ha hecho en su carrera deportiva.
Con paso firme y muy determinado a alcanzar la meta, Sagastume empezó corriendo en la ruta que de Llica lo llevó a la isla Pescado, para luego pasar por la isla Incahuasi, encontrar el monumento a Dakar y llegar a la salida del salar en Colchani.
Las condiciones tan hostiles del lugar rápidamente definieron la dimensión del reto al que se enfrentó. “Empecé corriendo y me sentía bien, pero después de unos 40 kilómetros, aproximadamente, algo en mi cuerpo me frenaba; entonces, tuve que alternar unos kilómetros corriendo y otros caminando. Así llegué a los 105 km, pero entonces mis piernas ya no respondieron. A pesar de que yo quería correr y conscientemente mi cerebro mandaba la orden, a una cuarta debajo de mi cintura se cortaba el impulso enviado y, sencillamente, ya no pude generar el ritmo de carrera y tuve que caminar el resto de la ruta”, contó el atleta.
A casi 4 mil metros sobre el nivel del mar, la superficie del salar se convierte en una zona totalmente desértica y hostil para alojar vida, por lo que la falta de oxígeno es mayor, pero se logró apoyar administrándole oxígeno hasta en cuatro ocasiones.
Max S. Pérez