Antes de entrar en materia debo señalar que si se quiere hablar de la Revolución del 20 de octubre de 1944, por ejemplo, aquellos que se dispongan a hacerlo, sobre todo si se trata de periodistas y, máxime si se encuentran a cargo de editoriales –formadores como son estos de opinión– deben de tomarse la molestia de ilustrarse un poco, al menos y abstenerse, así, de incurrir en verdaderos disparates como lo es la afirmación de que en el Memorial de los 311 se le haya pedido la renuncia al presidente Jorge Ubico, afirmación que falta a la verdad, por no decir que constituye una mentira.
En ese memorial, el Memorial de los 311, no se le pidió la renuncia al presidente Ubico sino, única y exclusivamente, que se restablecieran las garantías constitucionales que recién se habían suspendido, acto este de suficiente valor cívico y que, para su justa ponderación, no precisa de mentiras.
Me imagino que, al igual que los “intérpretes” del Derecho (aquellos que son dados a “interpretar” aquello que no precisa de “interpretación” alguna y que, así, tergiversan las leyes) también existen los “intérpretes” de la historia, “intérpretes” que , aunque en el Memorial no se pida la renuncia, “interpretarán” que debe “interpretarse” que lo hace, tal y como debe “interpretarse”, también, que aunque no se haya destituido jamás a Francisco Javier Arana, uno de los tres lideres de la Revolución del 20 de octubre, del cargo de Jefe de las Fuerzas Armadas de la Revolución (solo la Asamblea Nacional –Congreso de la República– podía hacerlo ) y que jamás haya existido orden de captura en su contra –aunque jamas los haya habido, reitero, ni destitución ni orden de aprehenderle– debe “interpretarse” que las hubo.
En este último caso sirven “las interpretaciones” para justificar su asesinato: “No se le quería asesinar sino tan solo comunicarle su destitución y detenerle…”, tal, la fábula y cabe preguntar ¿Qué destitución podría habérsele querido comunicar, si jamás fue destituido? ¿Qué orden de captura a ejecutar, si jamás emitida? la falta de verdad en cuanto al Memorial de los 311 no llega a semejante gravedad pero es igualmente grave puesto que la historia no puede, ni debe, sustentarse en mentiras, so pena de que, de ser así, no pueda establecerse en dónde es que termina la realidad y empieza la novela.
La mentira en cuanto al asesinato de Arana trata de ocultar que ese fue el momento crucial en que se puso fin a la Revolución democrática y plural del 20 de octubre de 1944 y –traicionándola– se dio inicio a una “revolución” que ya nada tenía que ver con aquella, sesgada esta y totalitaria, destituidos en 1952 los Magistrados independientes de la Corte Suprema de Justicia.
El 18 de julio de 1949 determinó la destrucción de la Revolución del 20 de octubre de 1944 y no lo ocurrido en el 54, el 54, tan solo consecuencia.
Y , ahora, sí, entremos de lleno a la materia de esta columna que viene a poner punto final a la larga serie que llamamos, Oídos sordos, serie de columnas en las que se reprodujo literalmente durante más de una semana, sin quitarle o agregarle un punto o una coma (documento que es para la historia) lo que fue la guía de memoria de la reunión sostenida por el Presidente de la República el 25 de agosto de 2017, con el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidad, guía de memoria que , atenida como estuvo la reunión a la guía elaborada, se convirtió en la ayuda de Memoria misma de la reunión sostenida y que, como tal, fuera enviada la semana inmediata posterior como nota verbal de nuestra Representación Permanente en la Organización a la Secretaría General de la misma.
Continuará…