Después de convertirse al cristianismo, en la década de los 50, el dibujante Jack Chick (1924-2016) se topó con un serio obstáculo que le impedía realizar sus tareas de apostolado: era demasiado tímido. Así pues, buscó alternativas. Un amigo misionero le contó que el Partido Comunista chino había logrado ganar influencia considerable en la población distribuyendo pequeños libros de historietas, lo cual hizo que Chick concluyera en que esta era una excelente forma de distribuir sus mensajes religiosos.
En 1960 consiguió un préstamo y autopublicó su primer minicómic titulado Why No Revival? y al poco tiempo lanzó A Demon’s Nightmare (1962). Creados en la mesa de la cocina de su casa, los folletos tenían 24 páginas ilustradas en blanco y negro, una orientación apaisada y medían 5 pulgadas de ancho por 3 de alto. El tamaño y el formato de estos minicómics es similar a otros ejemplares de la llamada literatura pulp: publicaciones con narraciones simples encuadernadas en rústica, baratas y de consumo popular. No está claro cuántas personas han participado en ellas, pues no suelen incluir créditos.
El muy exitoso modelo de negocio de Chick consistió en vender sus historietas a agrupaciones religiosas afines a sus creencias personales. A su vez, estos grupos distribuían las libretas de forma gratuita. El pequeño formato de los minicómics hacía innecesario entregarlos personalmente. Bastaba con dejarlos en cualquier parte: bajo el parabrisas de un automóvil, en la acera, en una cabina telefónica, etc. Si alguien los encontraba y los leía, el trabajo de evangelización estaba hecho. Su tamaño de bolsillo era ideal para que la gente los guardara.
Jack Chick no es la primera ni la última persona que ha usado cómics como instrumento evangelizador, pero sus minicómics son notorios por presentar las polémicas ideas de su autor, ferviente devoto de una secta cristiana ultrafundamentalista. Si bien algunos de sus cómics contienen el mensaje conciliador y amoroso del cristianismo tradicional, la mayoría de las publicaciones presentan creencias radicales y controversiales en un tono amenazador. Frecuente blanco de Chick era la Iglesia católica, a la que culpaba de haber creado el islam, el comunismo, el nazismo y la masonería. En su lista negra también figuraban el budismo, el judaísmo, la evolución y Harry Potter.
Comprensiblemente, el explosivo contenido de los folletitos de Chick ha producido burlas y un rechazo masivo de parte de grandes segmentos de la población. Aunque no dejan de ser fascinantes artefactos culturales que han sabido utilizar el formato del cómic para impactar a millones de personas.