Por: José Roberto Luna Manzanero
Oficial Nacional de Juventud y Educación
UNFPA, Fondo de Población de las Naciones Unidas
En 2011, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la resolución 66/170, en la que declara el 11 de octubre como Día Internacional de la Niña, haciendo un llamado a los Estados a revisar la situación de las niñas y elevar la conciencia que permita erradicar prácticas nocivas que obstaculizan su desarrollo y el ejercicio pleno de sus derechos humanos.
En Guatemala, según proyecciones de población (INE, 2016), se estima que habitan 1.9 millones de niñas adolescentes entre 10-19 años. Esto significa casi 2 millones de vidas que, en medio de sueños, anhelos y posibilidades, enfrentan enormes desafíos para acceder al derecho a la educación, incluyendo la educación integral en sexualidad, a la información sobre aspectos centrales en desarrollo de su identidad y personalidad, así como la prevención de violencia sexual, embarazos y matrimonios o uniones tempranas.
Por lo tanto, si queremos un país con futuro es necesario invertir recursos públicos y privados para brindar a las niñas y adolescentes acceso a la educación, a habilidades para la vida y formación técnica que les permita tener acceso a oportunidades y trabajos decentes que les permitan vivir transiciones positivas, transformadoras y felices hacia la edad adulta.
La evidencia internacional y nacional nos ha demostrado que las niñas indígenas que viven en pobreza y ruralidad tendrán menores posibilidades de estudiar, obtener trabajos decentes y tener ingresos suficientes; por tanto, mayores probabilidades de perpetuar el círculo de la pobreza para sí mismas, sus familias y comunidades.
Es urgente que el invertir recursos en programas gubernamentales, diseñados de manera deliberada para construir oportunidades para que las niñas y adolescentes, particularmente las más marginadas, logren disfrutar de su derecho a la educación, considerando que, según estudios sobre los costos de invertir en educación, cada año de educación completado representa un 6 % de incremento salarial. Preparar a las niñas es construir presente y futuro, e implica redoblar los esfuerzos de todos los actores sociales y políticos; el Gobierno, la sociedad civil y el sector privado, para garantizar que con acceso a educación secundaria y universitaria estén mejor preparadas para conseguir trabajos decentes que les permitan consolidar sus planes de vida y construir un mejor país.