Personalidades de la cultura y líderes políticos se reunieron ayer para despedir a Montserrat Caballé, la soprano española fallecida el sábado a los 85 años, en Barcelona. El funeral, en el que la voz de la cantante lírica tuvo especial protagonismo, concluyó con una cerrada ovación y gritos de “¡bravo, bravo!” de los asistentes.
Una voz protagonista
Además de los familiares, en el funeral de Montserrat Caballé estuvieron la reina Sofía, el jefe del Ejecutivo español, Pedro Sánchez; el presidente regional de Cataluña, Joaquim Torra; la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau; el líder del opositor Partido Popular, Pablo Casado; el ministro de Cultura, José Guirao; la consejera catalana de Cultura, Laura Borràs, entre otros.
La misa comenzó con el clásico Ave María, que tantas veces cantó la diva de la ópera mundial, nacida el 12 de abril de 1933 en Barcelona. También sonó otra de las arias preferidas de Caballé, O mio babbino caro, de Giacomo Puccini.
El medio millar de asistentes pudo escuchar la voz de Caballé en un pasaje de Rinaldo, de George Friedrich Haendel, y el aria La Vergine Degli Angeli, de La fuerza del destino (Giuseppe Verdi).
La música lírica estuvo representada por tenores como Josep Carreras, Jaume Aragall y Josep Bros; el barítono Joan Pons, una amplia delegación del Gran Teatro del Liceo de Barcelona, encabezada por su presidente, Salvador Alemany, y el director artístico del Teatro Real de Madrid, Joan Matabosch.
Grande
Reconocida internacionalmente, Caballé fue una de las grandes voces líricas del siglo XX, la más universal de las cantantes españolas de ópera. Estuvo a la altura de la griega Maria Callas, la australiana Joan Sutherland, la alemana Elisabeth Schwarzkopf y la italiana RenataTebaldi,tanto por su calidad vocal como por el dominio técnico.
En no menos de 50 años de carrera, la artista actuó cientos de veces en los principales escenarios del mundo, junto a las mejores orquestas y repartos. Cantó en los teatros más selectos del mundo: de la Scala de Milán al Bolshoi de Moscú, pasando por la Opera de París, espacios que hoy lamentan su muerte.