Por: Ninett Paz de Cortez
Asistente Técnico, Dirección de Fortalecimiento Institucional de SESAN
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La paternidad y maternidad responsable es fundamental para la buena salud mental y el desarrollo social y emocional del niño/a en la primera infancia. Los padres deben ser la guía de sus hijos desde el momento del nacimiento, pues cuando llegan los niños a este mundo sienten las emociones de los demás; los padres son protagonistas del apoyo emocional. Los niños necesitan sentirse queridos y cuidados de manera constante.
Las interacciones dentro de un hogar entre los miembros de una misma familia construirán el ambiente emocional, ya que es el máximo refugio para el niño; es el lugar más importante para el crecimiento y desarrollo emocional, porque es el que conoce.
Cuando los padres se dirigen a los niños deben tomar en cuenta cada gesto, palabra, la forma en la que se dicen las cosas; tampoco podrán faltar las muestras de amor sincero, un verdadero te quiero, abrazos, besos, mimos, caricias, educarlos desde el amor y respeto, porque esto queda grabado en el cerebro de los niños. Este se va moldeando acorde a las acciones, la forma de ser de los que lo rodean y su entorno en general. Los niños se deben sentir a gusto y seguros al lado de sus padres, quienes deben ser modelos de paciencia, tener comprensión, tolerancia, amabilidad; ser amorosos y prodigar cuidado sensible. De esta manera, los niños aprenden a amar y a confiar en sí mismos.
La sensibilidad de los padres no es más que captar y ser receptivo a las necesidades de sus hijos para satisfacerlas rápidamente con amor incondicional, dedicarles tiempo, que disfruten de nuestra compañía, en esos momentos, ya que es cuando se construyen los lazos emocionales y se motiva al niño a descubrir el mundo; ser un apoyo en cada momento de su vida. Los niños criados de esa forma desarrollan un apego seguro porque saben que los quieren; están más abiertos a las nuevas experiencias y serán más independientes.
Brazelton y Greenspan (2005) “Las necesidades básicas de la infancia: todo lo que cada niño necesita para crecer, aprender y vivir”. Los niños necesitan sentirse queridos y cuidados de manera constante, ya que no se pueden experimentar emociones que nunca se han tenido en la vida.
Además, los niños necesitan un entorno que les proporcione protección del daño físico y psicológico, adecuar las experiencias a la naturaleza individual de cada niño y acordes a la etapa en que se encuentran para desarrollar su potencial.