El niño que a los 5 años ayudaba a su padre a pastorear cabras en la cordillera de Velebit, llena de lobos, la más alta de Croacia, que huyó de su natal Zadar (entonces Yugoslavia) por la guerra y por el asesinato de su abuelo a manos de los serbios, se convirtió a los 33 en el mejor futbolista del planeta.
Luka Modric, mediocampista del Real Madrid y de la Selección Croata, conquistó el premio The Best de la FIFA y terminó con el imperio del portugués Cristiano Ronaldo y el argentino Lionel Messi, quienes se habían repartido los galardones en los recientes 10 años.
Modric encontró en el balompié un refugio y en una cancha el escenario para alcanza la gloria: este año sumó a sus éxitos la Liga de Campeones con el Real Madrid, mejor jugador de la UEFA, el subcampeonato y mejor jugador del Mundial de Rusia 2018, con Croacia.
Soñaba con llegar a ser igual que su ídolo Zvonimir Boban, quien militó en el Milán durante una década y fue parte de la generación dorada de 1998; esta vez que alcanzó la cima le dedicó el premio: “Fue mi ídolo, mi gran inspiración”, dijo mientras Boban lo escuchaba en los asientos con emoción y lágrimas.
“El premio no es solo mío, es también de mis compañeros del Real Madrid y Croacia, de mis entrenadores, y de toda esa gente sin la que no sería posible. También quiero dar las gracias a mi familia, pues sin su apoyo no sería quién soy, son mi The Best. También me acuerdo del equipo que en 1998 quedó tercero, fue mi inspiración. Ojalá que también seamos una inspiración para las próximas generaciones”, resaltó Modric.