Miguel es un miserable. Pese a ello, creo que entenderás sus circunstancias. Es aquel sujeto que tiene todas las oportunidades y aun así destruye su vida inhalando thinner -o el solvente que sea-, arrastrando a otros con sus decisiones. Miguel (Diego Calva Hernández) es uno de los personajes sólidos del cine de Julio Hernández Cordón. Ver esta película te cambiará el estado de ánimo, y lo mejor: está en Netflix. Apuráte a verla antes que la bajen.
Debo mencionar que el trabajo de Hernández, o al menos desde mi percepción, coincide en un punto: es cine de autor. Gasolina, Las Marimbas del Infierno y Te prometo anarquía te ofrecen eso, que él está a cargo de la dirección y del guion.
En alguna entrevista, Hernández mencionó que el cine, como sus certámenes, son subjetivos. Por tanto, no es que exista un cine malo o bueno, solo el que te gusta y el que no. Pues yo siempre he recomendado el trabajo de Hernández por un simple hecho: te encontrás en sus personajes, en sus decisiones, en sus miedos y anhelos. Te aseguro que sentirás como propias las angustias que ves en su cine.
Esta película te cambiará el día, quizá hasta te lo amargue, y su argumento es simple. Miguel y Johnny (Eduardo Eliseo Martínez) aman patinar, vagar y tener sexo. La Ciudad de México observa que ambos inhalan pegamento y venden su sangre al mercado negro: incluso consiguen donadores. Dinero fácil. Pero hay dos elementos más. Miguel ama a Johnny, y aunque tienen encuentros sexuales no es suficiente para que él deje de odiar a Adri (Shvasti Calderón), la novia de Johnny.
La anarquía que la historia te ofrece está en un grupo de jóvenes invisibles para la sociedad, zombis que avanzan por inercia logrando lo que pueden, sin estudios y sin más metas que tener un poco de dinero para patinar, comer, tener sexo o drogarse. En el cénit de la trama algo sale tan mal, que es cuando te estalla el cerebro, el filme te da un giro que, como tiro de gracia, entrará en tu memoria para siempre.
Pobre Miguel, aunque sienta culpa, es pura apariencia, es el más egoísta de todos. La lección más grande de esta fábula de animales de ciudad es la que ya sabemos: en Latinoamérica, el que tiene dinero se salva, y el que no, pues bueno, saquen sus conclusiones. Te prometo anarquía habla sobre lo cruda que puede ser la vida, las consecuencias de los actos y el escaso remordimiento en un mundo egoísta.
Decepción fílmica: El planeta salvaje (La planète sauvage, 1973). La primera referencia que tuve de esta cinta fue con The Cell (2000): es la caricatura que observa Catherine Deane (Jennifer López) antes de dormir. Solo me queda decir que es pretenciosa y aburrida.
Lica de domingo: Philadelphia (1993). Antes de la sobrevalorada Forrest Gump, Tom Hanks interpretó a Andrew Beckett, un abogado que se entera de que es seropositivo. Es una historia rotunda que, además, trata el tema del VIH, visibilizó un problema que iba en ascenso.