El escritor de cómics Danny Fingeroth dijo una vez que los superhéroes deben ser eternamente jóvenes e inmortales. Lo primero se comprende, ya que el tiempo funciona de forma distinta en el universo de las historietas. Sin embargo, Fingeroth se equivocaba con lo segundo, pues los superhéroes sí pueden morir, y es más, lo hacen constantemente. Lo que pasa es que vuelven a la vida una y otra vez. En lugar de ser dioses indestructibles, son como Lázaros que aguardan calladamente en su tumba hasta que llegue el momento de revivirlos.
Wolverine, Batman, Punisher, Flash, Magneto, Linterna Verde… casi todo héroe o villano ha muerto y revivido en más de una oportunidad. Tan frecuente es la resurrección en el mundo de los cómics que ya hasta hay un término para ello: “muerte de cómic” (comic book death). Para los lectores, el deceso de sus campeones favoritos no es algo devastador, sino una inconveniente pero necesaria parte de la experiencia. Aunque los fans protesten, saben muy bien que tarde o temprano sus ídolos volverán. Este hecho ha sido mencionado hasta en los cómics mismos: el Profesor X dice que en el cielo de los mutantes no hay portones sino puertas giratorias.
Las formas en las que regresan los héroes son tan infinitas como lo permite la imaginación. Algunas veces el personaje no falleció realmente, sino que fingió su muerte o bien fue secuestrado y reemplazado por un androide/clon/extraterrestre, quien murió en su lugar. En los casos en que efectivamente murió, traerlo de vuelta se complica. Se acude entonces a rituales oscuros de magia o procedimientos de tecnología ultra avanzada. A veces se requiere que se rompa el orden natural, se produzca una fisura en la realidad, o colapse un multiverso. Cuando se quiere traer a un personaje de regreso, por lo general se encuentra la forma.
Entre las muertes más famosas podemos señalar la de la mutante Jean Gray, como parte de la saga Dark Phoenix (1980), y la del Capitán América al final de Civil War (2007). Sin embargo, el fallecimiento que más impacto ha causado fue el de Superman, en 1992. A pesar de que no era su primera “muerte de cómic”, la noticia de su fallecimiento apareció en todos los periódicos, revistas y noticieros importantes. Debido a la reacción del público, el título fue un éxito masivo de ventas y fue adaptado al cine y a la televisión.
Y es que al final, de eso depende el tiempo que dure difunto un personaje: su popularidad. Si es adorado por el público, vuelve pronto. Si es un personaje secundario o venido a menos, puede que se quede enterrado para siempre.