De día y de noche, policías y militares patrullan por los barrios y comunidades de los municipios de Chiapas, México, con el fin de frenar la efervescencia que el fenómeno mara ha tenido en los últimos dos meses, y buscar a pandilleros preparados para delinquir.
La acción del Ejército y las fuerzas civiles de seguridad en la frontera entre ese estado y Guatemala tiene como objetivo la captura y la desintegración de bandas antagónicas que emigraron de Centroamérica y han sentado sus bases en Tapachula, Suchiate y Huixtla, entre otros distritos.
La disputa del territorio para la venta de droga y la práctica de la trata se ha vuelto un mercado negro que da grandes réditos para integrantes de la Mara Salvatrucha 13 y Barrio 18, y los enfrentamientos han dejado una estela de asesinatos que ha puesto en alerta a las autoridades de Gobierno en el sur de México.
Detenciones
Según información proporcionada por la Fiscalía estatal, hasta agosto pasado habían sido detenidos 90 pandilleros de los 2 bandos, aproximadamente, los cuales estaban dispersos en 14 clicas, células criminales adheridas a la MS13 o Barrio 18.
Fidel Gómez López, presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra) en la frontera sur, relató: “Cada día tenemos más asentamientos de pandilleros; lo vemos a la orden del día con los asaltos, los famosos cadeneros, robo de celulares. Pero ahora tenemos los asesinatos y el manejo de la droga y el cobro del piso (extorsión) en algunos lugares”, dijo.
“Lo único que estamos viendo es que vamos a tener una retirada de inversiones y vamos a empezar a tener problemáticas para la cuestión del manejo de mercancías”, señaló.
Para Rosemberg Samayoa, miembro de Red Nacional por la Diversidad y la no Discriminación, el fenómeno de la violencia de pandillas se remonta a 2005, cuando se hizo la primera manifestación de detenciones arbitrarias tras enfrentamientos entre maras.