Por: Lic. Douglas Abadía C.
Asesor de la Dirección de Investigación
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La ciencia de la Administración Pública ha tenido un proceso de formación oscilante como disciplina científica. Disfrutando del estatuto de ciencia, merced a los estudiosos alemanes que de tal modo la cultivaban desde dos siglos atrás, su evolución fue siempre progresiva, a pesar de los altibajos existentes en su camino (Small, 1909).
La ciencia de la Administración Pública tiene desde su origen el doble aspecto de teoría y aplicación. Bajo estas dos características podemos afirmar que el conocimiento científico es generado por el ser humano y, por consecuencia, hemos de determinar que las sociedades son dinámicas; esto nos lleva a crear herramientas que le permitan a la Administración Pública evolucionar, y así lograr el bien común. Se puede definir a la Administración Pública como el conjunto de instituciones, organismos estatales o personas cuya función es la organización y administración de un Estado/Nación.
La Administración Pública cuenta con gran cantidad de personas trabajando en forma permanente, que desempeñan diferentes tareas. La función principal de la Administración Pública es la creación de un vínculo o relación entre el poder político y el pueblo o ciudadanía. Por su función, la Administración Pública pone en contacto directo a la ciudadanía con el poder político, satisfaciendo los intereses públicos de forma inmediata, por contraste con los poderes Legislativo y Judicial, que lo hacen de forma mediata. Cabe recalcar que no solo se conoce una Administración Pública por parte del Poder Ejecutivo, sino que también esta es llevada a cabo por parte del Estado. A modo de síntesis, podemos afirmar que la ciencia de la Administración Pública, en suma, estudia la actividad del Estado en la sociedad, cuando tal actividad se encamina a crear las condiciones de vida necesarias, suficientes y bastantes, para nutrir de ella sus propias fuerzas.