Maestro de las formas y el color, el artista Rolando Ixquiac Xicará siempre antepuso la calidad a la cantidad. La pintura abstracta y de elementos vernáculos le sirvió para manifestar sus orígenes, poner en evidencia el racismo en Guatemala e incluso, convertir figuras como las de unas ratas en elementos estéticos. Representante indiscutible de la plástica nacional, el creador falleció ayer a los 71 años.
Trayectoria
Nacido en Quetzaltenango en 1947, Luis Rolando Ixquiac Xicará aprendió las técnicas de pintura en acrílico industrial mientras laboraba en un taller de mecánica automotriz. Más tarde comenzó su formación artística en la Escuela Nacional de Artes Plásticas Rafael Rodríguez Padilla y la continuó en Francia.
Pedro Solís, director de El Túnel, galería con la que Ixquiac trabajó estrechamente desde la década de los 70, recuerda que el creador fue uno de los primeros en salir de Guatemala. En la Isla de Gorea, Senegal, en la que residió, “tomó mucha de la herencia africana y la combinó con la maya. Manejó las negritudes, que por temas de racismo no son fáciles, y las convirtió en un elemento de su obra”, explica el galerista.
Su mensaje
El artista plástico Rudy Cotton, director del Museo Nacional de Arte Moderno Carlos Mérida, asegura que Ixquiac es dueño de una obra “bastante interesante y elocuente”, en la que reivindicó sus orígenes y evidenció la situación de racismo en el país. Entre sus logros más importantes destaca la Paleta de Oro que le fue concedida durante el Festival Internacional de Pintura Cagnes-Sur Mer, en Francia, en 1979.
Su primera exposición data de 1976, y a lo largo de su carrera llegó a firmar alrededor de 49 muestras individuales nacionales y 17 internacionales. Precisamente en El Túnel, en 1980 y 1981, presentó la serie Ratas, una analogía de la sociedad y de la política, apunta Solís. “Fue un gran reto convertir a estos roedores de los que la gente huye en un elemento estético y que llamara la atención”, añade.
Ixquiac dominaba el pastel, la acuarela, el acrílico, el óleo y además el grabado. Perseverante y exigente consigo mismo, era un creador que se entregaba en cada obra y al que le importaba más la calidad que la cantidad, explica Solís. Cotton agrega que “no fue un artista fugaz, sino que dedicó su vida al arte y trabajó por dejar huella”.
Las obras del artista son parte de colecciones tan importantes como la del Museo de Arte Moderno Carlos Mérida, pero también de catálogos púbicos y privados en países como Francia, Bélgica y Chile. Los restos de Ixquiac son velados en Capillas Los Cipreses zona 5 y hoy, a las 10:00, la Galería El Túnel (16 calle 5-30, zona 1) le rendirá un homenaje.