Una marea de miles de personas desbordó ayer las calles de Washington y obligó a una veintena de neonazis envueltos en banderas estadounidenses a celebrar su marcha por el supremacismo blanco, en un rincón del Parque Lafayette, frente a la Casa Blanca.
Para evitar enfrentamientos, la Policía Municipal colocó a los neonazis en un pequeño perímetro cercano a la mansión presidencial y lo definió con unas vallas negras de un metro de altura.
Tras el vallado, miles de contramanifestantes gritaban consignas como “¡nazis, váyanse a casa!”, mientras agitaban pancartas con mensajes como “Sin odio, sin miedo”.
Los organizadores de la marcha Unir a la derecha esperaban reunir a 400 personas, pero solo lograron convocar a unas 20. Desde su rincón, los supremacistas podían ver hileras de policías locales con su chaleco amarillo fluorescente y, a pocos metros, miles de
contramanifestantes.
Hace hoy un año, los supremacistas celebraron una marcha similar en Charlottesville, donde uno de ellos embistió a una multitud con su vehículo, asesinando a una mujer e hiriendo a otras 19 personas, además de que 2 policías murieron en un accidente de helicóptero cuando acudían a sofocar las protestas. “Defiendo los derechos de todas las personas, incluidas las blancas”, dijo a EFE uno de los supremacistas identificado con el seudónimo de Karl.