“CODECA y el Movimiento de Liberación de los Pueblos (MLP)” –tal la apreciación de Mario Roberto Morales– “van hacia un Estado plurinacional y popular que regirá una economía que nos involucre a todos en la productividad, el salario y el consumo, con educación, salud, soberanía y dignidad.”
Mario Roberto Morales, escritor, filósofo y poeta, concluido su análisis, hace esta ardiente exhortación en la última de sus columnas: “¡Vamos todos por la Asamblea Constituyente Plurinacional y Popular! ¡El futuro ya llegó! ¡Somos todos convertidos en uno.”
Cada una de estas frases –sin duda– es una hermosa frase.
Sin embargo –más allá del entusiasmo– vale la pena que hagamos un poco de análisis y que, superando el monólogo, también dialoguemos y, si es preciso, debatamos, ya que una Asamblea Constituyente Plurinacional y Popular –como la propuesta– solamente sería posible dentro del orden constitucional vigente, si la convoca el Congreso de la República con el voto favorable de las dos terceras partes del total de diputados que lo integran, debiendo celebrarse la elección de esta de forma que se elige a los diputados que integran el Congreso de la República –en otras palabras– teniendo los partidos políticos el monopolio de la postulacion de candidatos (los diputados de la Asamblea Constituyente Plurinacional y Popular –en consecuencia– no serían otros que aquellos a quienes los partidos políticos les hayan permitido postularse. ¡Valiente Asamblea Constituyente Plurinacional y Popular, aquella! ). El
25 % de los diputados que la integrasen tendrían que ser electos por listado nacional, y los distritos electorales para elegirles serían inmensos, con sus consecuentes listados distritales, tal y como ocurre con los diputados que integran el Congreso.
Tendríamos –ni más ni menos– que una Asamblea Constituyente que no por Plurinacional y Popular dejaría de tener los mismísimos vicios de los que adolece el Congreso
–el vicio principal–la percepción ciudadana de no encontrarse la ciudadanía en él representada.
Electos los diputados constituyentes, como se elige a los diputados que integran el Congreso, no sabrá el elector quién es SU diputado constituyente, tal y como no sabe el elector quién es SU diputado en el Congreso.
La culpa no es del funcionario, sino del sistema, y electo quien sea electo, con el sistema actual, pararía en lo mismo.
Para que la elección de diputados constituyentes pudiera realizarse en forma distinta, sería preciso que antes de realizarse se cambiara el artículo 157 de la Constitución y que, además con su reforma, desaparecieran el listado nacional de diputados, el monopolio de los partidos políticos para postular candidatos, los distritos electorales inmensos y sus consecuentes listados distritales.
158 diputados electos, todos por distritos electorales pequeños en los que cada distrito elige un solo diputado y gana el cargo, sin fórmulas raras, el candidato que obtiene más votos.
También podría convocarse a la elección de una Asamblea Constituyente Plurinacional y Popular, fuera del orden constitucional establecido; es decir, rompiendo el orden constitucional a través de un golpe de Estado, de una revolución armada o de cualquier otra vía de hecho, violenta o no (prácticamente imposible, sin violencia) CODECA con un cuchillo entre los dientes y AK 47 en manos –triunfadora por la fuerza– o sin uso de fuerza alguna, prácticamente imposible un triunfo así apropiada del poder. ¡Vaya Usted a saber, ni cómo!
Pienso que Mario Roberto Morales –excluida la vía de las armas– podría impulsar esta reforma –la reforma del artículo 157 de la Constitución– ya que sin el Congreso nada es posible; en su manos está el Presupuesto, las leyes, las reformas constitucionales, la convocatoria a una asamblea constituyente y, en fin, las más importantes decisiones nacionales. Imposible que cambie el Congreso y, en consecuencia, cuanto este decide, si no se cambia la forma de elegir a los diputados que lo integran.
Muchos pueden ser los aspectos que nos separan –y lo son– pero pienso que en esto podemos convenir, la necesidad de cambio del 157, la única forma que encuentro para que el pueblo –dentro del orden constitucional vigente– se perciba a sí mismo instalado –y se encuentre instalado– en el Congreso, cambiada la forma de elegir a los diputados que lo integran, la posibilidad de un sistema distinto y no solo de distintos funcionarios, en aquel atrapados.
Instalado el pueblo en el Congreso, electos los diputados de forma distinta, todo lo demás se hace posible.