La constante incertidumbre de la deportación que enfrentan nuestros connacionales que permanecen con estatus migratorio irregular en los Estados Unidos de América, no baja ni un momento su intensidad. Al contrario, mantiene un clima de desasosiego y desazón entre la población migrante que ve cómo se desvanecen sus esperanzas de conseguir quedarse aunque sea momentáneamente en ese país. La negativa del Gobierno estadounidense de otorgar el Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés), persiste, pese a la reciente petición del Gobierno guatemalteco para que le sea concedido y así favorecer a nuestros migrantes, quienes se han visto afectados al no encontrar una solución que les permita radicar en esas tierras con la autorización correspondiente.
Vale recordar que el TPS, fue establecido en 1990, cuyo objetivo fundamental es la obtención de permisos temporales de residencia y de trabajo a ciudadanos de naciones afectadas por guerras o desastres naturales. Dicho estatus fue conferido a Haití, El Salvador, Honduras, Nicaragua, entre otros países. Sin embargo, derivado del endurecimiento de las políticas migratorias de Donald Trump, fue suprimida esa prerrogativa a salvadoreños y hondureños, cediéndole lugar a la nueva política de “Cero Tolerancia” a padres viajando con sus niños y ordenando la separación de familias. Por supuesto, que la medida no encontró eco, dando marcha atrás, debido a la presión ejercida por organizaciones que protegen los derechos de los migrantes, tanto en ese país como internacionalmente.
La visita a nuestro país, del vicepresidente norteamericano, Mike R. Pence, el 28 de junio, resucita la esperanza de solicitar nuevamente el TPS para los guatemaltecos. La razón para que a Guatemala le otorguen ese estatus en estos momentos de consternación nacional, es más que evidente, por la erupción del volcán de Fuego, ocurrida el 3 de junio de este año y que aquejó principalmente a los departamentos de Chimaltenango, Sacatepéquez y Escuintla. Pareciera que al excéntrico gobernante no le conmueven ni los ruegos, ni el llanto de los niños que suplican no separarse de su familia.
No obstante, el Gobierno guatemalteco no debe cesar en su lucha por conseguir la medida que garantice y devuelva un poco la tranquilidad a la población migrante indocumentada. No está demás advertir a la población que decide emprender el viaje hacia tierras estadounidenses sin la documentación que ampare su estadía, que no se arriesguen, pues los peligros a sortear en el camino hacia el denominado “sueño americano” van desde el robo, la extorsión, la violación, la trata de personas hasta la muerte. Por ello, es imperativo que se trabaje en una campaña comunicacional de Estado, en la cual se haga conciencia de no viajar indocumentadamente hacia los Estados Unidos de América, mucho menos enviar a menores comprometiendo su vida, en un periplo en donde podrían aguardarles lamentables consecuencias.