domingo , 24 noviembre 2024
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Aprender de los errores

Por: Alejandro Navas García, Profesor de Sociología de la Universidad de Navarra.

Así se titula el informe encargado por el SPD (Partido Socialista Alemán), después de las últimas elecciones generales (septiembre de 2017). El partido -el más antiguo de Alemania obtuvo entonces el 20,5 % de los votos, el peor resultado de su historia. El candidato Martin Schulz tuvo que dimitir, de acuerdo con la lógica democrática vigente en Europa. Antes de marcharse y como último servicio, encargó un estudio sobre las causas del desastre. Para asegurar la objetividad del informe, se eligió a cinco expertos en sociología electoral, ajenos al partido (aunque próximos a la izquierda). Durante meses de intenso trabajo analizaron una ingente cantidad de datos y entrevistaron a fondo a más de un centenar de personas: funcionarios del partido, cargos electos, afiliados de base, expertos de fuera… En un inusual gesto de transparencia, el informe -más de cien páginas-está puesto en la página de internet del SPD, asequible a todo el mundo (https://spd.de/aktuelles/news/aus-fehlern-ler-nen/11/06/2018/).

No corren buenos tiempos para los partidos socialistas europeos, y la crisis de la izquierda ocupa a los analistas desde hace años. Formaciones políticas que gobernaban en sus países como de oficio pierden afiliados y votantes a chorros y se convierten en grupos minoritarios con riesgo de desaparecer (el acceso de Pedro Sánchez al Gobierno de España, debido a una afortunada carambola, no desmiente la tendencia). Ese declive generalizado puede atribuirse en buena medida al propio éxito de la socialdemocracia: sus reivindicaciones históricas se han convertido en realidad, lo que hace superfluos a esos partidos o sindicatos a menos que encuentren nuevos objetivos capaces de recuperar y movilizar a sus seguidores.

Cuando los partidos o candidatos que parecían contar con el respaldo popular fracasan en las urnas, los malos políticos suelen aducir dos justificaciones: o que no han sabido comunicar bien su propuesta o -peor todavía, por arrogante, que el pueblo no ha entendido su mensaje. Como si el electorado no hubiera estado a la altura de unos líderes que no se merece.

El SPD confirma la pauta general. Además, como pone de manifiesto el informe, los errores propios son graves y numerosos. La nueva presidente del partido, Andrea Nahles, pasó un trago amargo cuando presentó el estudio en rueda de prensa en Berlín el 11 de junio. Su lenguaje corporal indicaba claramente que estaba ahí por obligación heredada. Las conclusiones a las que han llegado los expertos son demoledoras, y la simple lectura del índice no tiene desperdicio. Basta con asomarse a los títulos de los capítulos: “De portador de todas las esperanzas a héroe trágico. De cómo la campaña a favor de una candidatura se perdió en la nada”. “Un partido popular sin pueblo”. “Naufragio anunciado. Por qué la campaña de 2017 tenía que fracasar”. “Divorcio imparable. La dirección y las bases del partido se han ido alejando peligrosamente”. “Gigante ausencia de comunicación. Cuando los mensajes caen en el vacío”. “El miedo a hablar con claridad. Cuando la cobardía se convierte en un problema”. “Sin confianza nada funciona. Cuando la pérdida del control erosiona la credibilidad”. “Una cuestión de justicia. El SPD tiene pendiente una respuesta”. “¿Dónde están Los grupos de simpatizantes: una especie ignorada”. Pocas veces un índice refleja con tanta fidelidad el contenido de una publicación.

Resulta difícil encontrar una campaña electoral tan mal planeada y ejecutada: elección tardía del candidato, rivalidad entre la dirección del partido y el candidato, ausencia de estrategia política, deficiente comunicación, falta de convicción, pasividad del aparato, nula movilización de los afiliados. “El partido no se fiaba del candidato y este no creía en el programa”, concluye el informe. Parece que ni con un propósito suicida se hubieran podido hacer peor las cosas.

El SPD ha dado ejemplo afrontando la realidad y llamando a las cosas por su nombre, pero está por ver si el aparato ha aprendido realmente la lección. En la página 76 del informe se lee: “Quién hace política tiene que comunicar. Sin comunicación no hay política exitosa. Quien no valora la comunicación no puede ganar elecciones. Así de simple”. Andrea Nahles insistió en que la dirección había tomado buena nota de esas recomendaciones y que las llevaría a la práctica con determinación, pero se mostró elusiva ante las preguntas de los periodistas. No fue la mejor manera de presentar un cambio de rumbo en el marco de una rueda de prensa.

El SPD, como tantos otros partidos tradicionales europeos, necesita profundas reformas para salir de su actual postración. Alemania y Europa mejoran con un SPD entonado: el vacío provocado por el desfondamiento de los partidos de centro -tanto de derecha como de izquierda podría agudizar el desencanto de la ciudadanía con la democracia y dar alas a los populismos de uno y otro signo. Estos movimientos suelen acertar al denunciar las deficiencias del sistema, pero sus remedios son peores que la enfermedad.

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