Las calles de Colombia amanecieron ayer más vacías que nunca. Con los ciudadanos convocados para ver a su Selección frente a Senegal, la jornada laboral se detuvo durante 90 minutos, en los que el café sustituyó a la cerveza futbolera y celebraron al ritmo de las decisiones del VAR.
“Yo trabajo en un restaurante de comida rápida y el ánimo y la actitud de las personas ha mejorado mucho. Se congela todo, nadie está pendiente de nada más que el partido”, comentó Alejandro Sánchez, pertrechado para la ocasión con camiseta y bandera colombiana.
Ese era el ambiente general en los puestos de trabajo, que la inmensa mayoría no pudo eludir en pleno jueves, pero que no fue óbice para que calles y oficinas se engalanaran con la bandera tricolor.
Entre sorbo y sorbo de café, acompañado de arepas o galletas, los colombianos se comían las uñas en una tensa calma que estalló con el soberano testarazo de Yerry Mina, que dio la victoria 1-0 sobre Senegal.
Casi tanto como el gol, los colombianos celebraron que el árbitro del partido, el serbio Milorad Mazic, diera marcha atrás al penal marcado en el primer tiempo contra el equipo cafetero después de revisar en el VAR la imagen de la falta señalada a Davinson Sánchez.
En el breve paréntesis de la celebración, los vendedores ambulantes apuraron los minutos para vender camisetas, banderas, vuvuzelas y muñecos de Colombia a los pocos despistados que las habían dejado en casa.
Entre los sonidos de las bocinas y contra reloj, los afortunados que fueron autorizados a salir a las calles a festejar por sus jefes filtraban banderas, camisetas rojas, amarillas y azules (y alguna blanca) y sobre todo mucha felicidad.