viernes , 22 noviembre 2024
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¿Y la CICIG? (I)

Leo que se urge a las autoridades, en general, y al Ministerio Público,particularmente –bien hecho– que realicen cuanto esté en sus manos para una exitosa persecución penal de los líderes campesinos que han sido recientemente asesinados, entre estos José Cal Xol, Luis Marroquín y Mateo Chamán Paau, pero no se urge –mala la omisión– que la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala –CICIG– en estricto cumplimiento de las funciones que le corresponde –también haga otro tanto, siendo como los son, estas funciones, la razón de ser de que hayamos instado su creación y de que la hayamos convenido.

El acuerdo de su creación se trata de un tratado celebrado entre Guatemala y la Organización de las Naciones Unidas –ONU– que establece, como objetivos fundamentales del mismo, apoyar, fortalecer y coadyuvar a las instituciones del Estado de Guatemala encargadas de la investigación y la persecución penal de los delitos presuntamente cometidos con ocasión de la actividad de los cuerpos ilegales de seguridad y aparatos clandestinos de seguridad y cualquier otra conducta delictiva conexa con estos que operan en el país, así como en la determinación de sus estructuras, actividades, formas de operación y fuentes de financiamiento, promoviendo tanto la desarticulación de dichas organizaciones como la sanción penal de los partícipes de los delitos cometidos. También establece el tratado, como objetivos fundamentales del mismo, crear los mecanismos y procedimientos necesarios que deberán implementarse para la protección de los derechos a la vida y a la integridad de las personas. Para lograr estos objetivos –sus objetivos fundamentales– es que se crea la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, CICIG, estableciéndose, además, lo que debe entenderse por cuerpos ilegales de seguridad y aparatos clandestinos de seguridad: aquellos grupos que cometan acciones ilegales para afectar el pleno goce y ejercicio de los derechos civiles y políticos que estén vinculados directa o indirectamente con agentes del Estado o que cuenten con capacidad de generar impunidad para sus acciones ilícitas.

El tratado, partiendo de estos objetivos fundamentales y de los conceptos establecidos, fija estas como funciones de la Comisión, la primera, de conformidad con la primera literal que las establece: determinar la existencia de cuerpos ilegales de seguridad y aparatos clandestinos, su estructura, formas de operar, fuentes de financiamiento y posible vinculación con entidades o agentes del Estado y otros sectores que atenten contra los derechos civiles y políticos en Guatemala, de conformidad con los objetivos del acuerdo; y, de acuerdo con la segunda y tercera literales: colaborar con el Estado en la desarticulación de los aparatos clandestinos de seguridad y cuerpos ilegales de seguridad y promover la investigación, persecución penal y sanción de los delitos cometidos por sus integrantes, así como recomendar al Estado la adopción de políticas públicas para erradicar los aparatos clandestinos y cuerpos ilegales de seguridad, y prevenir su reaparición, incluyendo las reformas jurídicas e institucionales necesarias para este fin. Nos encontramos pues, en este caso, en el caso de los líderes campesinos asesinados ante el caso –por excelencia– que debe conocer la CICIG, puesto que todo parecería indicar que podríamos estar ante aparatos clandestinos de seguridad y cuerpos clandestinos de seguridad que habrían perpetrado estos crímenes, aparatos clandestinos y cuerpos clandestinos que podrían tener o no participación de agentes del Estado, pero que –a las pruebas me remito– parecieran tener la capacidad de generar impunidad para los asesinatos cometidos.

Esta, la razón fundamental del tratado de derechos humanos celebrado, desarticular estos cuerpos y aparatos y promover la investigación, la persecución penal y el castigo de los delitos cometidos por sus integrantes. Me pareció desafortunado –y así lo hice ver desde estas mismas páginas– que la ex fiscal general, en su última conferencia de prensa, no haya hecho ni siquiera una mínima mención de estos crímenes y de la importancia de que fueran esclarecidos y de que se persiguiera a los responsable –como que si la vida entre nosotros– como siempre, careciese de importancia alguna.

Continuará…

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