El fotógrafo guatemalteco Martín Wannam presenta su nueva colección esta semana.
se deje engañar; los unicornios de múltiples colores, las boas metalizadas y la brillantina no han venido a adornar un festejo. Para el fotógrafo Martín Wannam, el arte no es hacer algo bonito, sino crear una emoción, un sentimiento y, claro, una reflexión. Inspirado en la religión y los crímenes de odio cometidos contra la comunidad queer, el guatemalteco presenta THEY. La muestra se inaugura el viernes a las 19:00 en Espacio Satélite de La Fototeca, vía 6 3-56, zona 4, Edificio OEG. Admisión gratuita.
Represión
En Albuquerque, Nuevo México, donde estudia un Máster en Fine Arts y ejerce como instructor de fotografía, Martín Wannam comenzó a reflexionar acerca de la forma en que la religión, el machismo y la cultura heteronormada influyen en la represión de la comunidad queer. Ese fue el origen de THEY (Ellos), el catálogo de 13 piezas en el que ha trabajado el último año.
Brillantina esencial
Para este proyecto, Martín se dedicó a deconstruir e intervenir sistemas e iconografía religiosa, a partir de su propio rol en el colectivo. Mezcló lo femenino con lo masculino y jugó con la posibilidad de que no exista uno, sino muchos dioses. Todo lo concretó con su material estrella, la brillantina: “Para mí representa la contaminación, pues una vez que la usas se ve y corre por todos lados. En esta exposición la comparo con una religión que ensucia todo”.
Wannam sumó su preocupación por de los crímenes de odio que han sucedido en sociedades como la centroamericana. Por eso, en las fotografías se pueden observar elementos como bloques de hormigón, con los que personas transgenero han sido asesinadas.
Interacción
Aunque la fotografía sigue siendo su base, en THEY el guatemalteco experimentó con la pintura y la escultura. “Mi programa es muy fluido porque para enfocar ciertos sentimientos se necesita otro tipo de interacción. La idea es no limitarse y generar un cambio en la sociedad”, destaca.
Acerca del mensaje que quiere dejar en los visitantes de su obra, Martín lo tiene claro: “Espero perturbar a las personas católicas conservadoras y hacerlos reflexionar sobre cómo le podés dar valor a objetos inanimados y no a humanos”.
