Érase una vez una pequeña de cabello dorado que caminaba por el bosque en busca de flores. Curiosa por naturaleza, al toparse con una cabaña la niña decidió ingresar y saborear los manjares que ante sus ojos se mostraban. El único problema fue que no reparó en quiénes podían ser los dueños de aquel hogar. Ricitos de Oro, el cuento clásico de Robert Southey, se presenta en una adaptación musical de Gerardo Palala. Véala, hasta el 24 de junio, todos los domingos a las 11:00 en la Sala de Teatro Manuel Galich de la Universidad Popular, 10a. calle 10-32, zona 1. Costo Q50.
Elementos muy pop
A pesar de guardar la esencia de la historia original, publicada en 1837, a esta adaptación se integran ardillas traviesas, un zorro coqueto, un conejo mensajero y una cotorra que espera una carta de su enamorado. En esta versión, Ricitos de Oro tampoco huirá, pues será la encargada de hilar el desenlace de una historia de amor.
El director y coreógrafo Gerardo Palala afirma que estos cambios surgieron como una forma de acomodarse a las exigencias del público infantil, al que define como “muy dinámico”. Por lo tanto, dentro del montaje se incluyen canciones populares del estadounidense Bruno Mars, que tienen como fin hacer reír y poner a bailar a los asistentes. “Además de 24k magic, uno de los temas que más destaca es Marry you, que acompaña una declaración de amor”, agrega.
El mensaje
A todo esto, se suma una escenografía cargada de elementos representativos del cuento. Por eso, Palala invita a las familias guatemaltecas a conocer una pieza moderna que, sin embargo, deja una enseñanza a los niños. “Queremos que noten la importancia de seguir instrucciones y consejos de sus padres. Mostrarles que no deben tomar cosas ajenas sin permiso, y menos ingresar en una casa desconocida”, puntualiza el director.