En esta columna compartimos las reflexiones realizadas en el XVI Congreso Centroamericano deSociología realizado la primera semana de mayo en Antigua Guatemala. Nos parece importante socializar este debate para dar cuenta de los retos que enfrentan las ciencias y movimientos sociales en la región.
En las ciencias sociales hoy hablar sobre sexualidades en este contexto de extractivismo, neocolonialismo y violencia femicida contribuye a la complejización del análisis de las relaciones sociales en esta contemporaneidad. Hablamos de cuerpos en disputa por la apropiación estética, física, simbólica y productiva de los cuerpos, en función del modelo económico. Las características como la juventud, masculinidad y blanquitud son exaltadas y reciben un valor diferenciado por el sistema mercantilista. Los demás cuerpos son considerados desechables. Se niega e invisibiliza los cuerpos viejos, negros, feos, indios y de mujeres que no entran en el esquema de belleza hegemónico, utilizando contra las personas portadoras de estos cuerpos mecanismos de exterminio.
Hoy, la sexualidad se constituye en sinónimo de reproducción y, con esto, se instalan mecanismos de represión y censura a los intentos de cambiar esta idea, poniendo en la palestra la negación a las mujeres su derecho a decidir y la penalización del aborto en distintos niveles de persecución en la región centroamericana.
Una preocupación presente fue la situación de las niñas y adolescentes que están viviendo violencia sexual y, muchas veces, forzadas a embarazos y matrimonios a muy temprana edad. Aunque es evidente el nivel de problema y crueldad, los grupos religiosos han utilizado estrategias contrainsurgentes en toda la región centroamericana, instalando los grupos anti-derechos de presión, autonombrados pro-familias, para evitar la educación integral de la sexualidad en el ámbito público.
A pesar de las limitaciones existen formas de vida disidentes con la norma que se expresan en prácticas personales, colectivas y comunitarias. Este espacio fue una prueba de ello, ya que se presentaron experiencias y análisis que dan cuenta de propuestas de géneros disidentes a la heterosexualidad hegemónica.
Es un reto para la sociología colocar intencionalmente las sexualidades como eje político en disputa, que permita evidenciar los regímenes disciplinarios y así contribuir a desmenuzar las opresiones y sus mecanismos. Por lo tanto, existe una necesidad de politizar los procesos físicos y biológicos así como los controles y reducciones alrededor de los cuerpos y las sexualidades vinculándoles a las estructuras coloniales, heteropatriarcales y neoliberales.