Por: Hernán Cheyre, Director del Instituto de Emprendimiento FEN y Presidente Global Entrepreneurship Research Association (GERA)
Cuando se habla de la nueva revolución industrial/digital, uno de los temas que surge en forma inmediata es el efecto que tendrá la “robotización” y la inteligencia artificial sobre muchos trabajos rutinarios que hoy en día son realizados por personas, pero que en un futuro no muy lejano van a ser ejecutados por máquinas. Una muestra de esto ya la podemos apreciar en nuestra vida cotidiana cuando vemos en los supermercados el funcionamiento de cajas de pago donde el comprador interactúa directamente con un dispositivo electrónico, o cuando en transacciones digitales la contraparte es un software que reemplaza la interacción con una persona. Ante esta nueva realidad, es obvio que se requerirá de un esquema de mayor flexibilidad para poder insertar a los trabajadores en otro tipo de labores.
Una vertiente que está teniendo un fuerte desarrollo en el mundo es lo que se conoce como la Gig Economy, que se refiere a la realización de trabajos temporales en función de tareas o proyectos específicos. El ejemplo icónico que primero se viene a la cabeza es el de Uber o Airbnb, plataformas digitales diseñadas para satisfacer necesidades de transporte o alojamiento de las personas. Pero, en estos casos, el asunto va más allá de la mera provisión de un servicio, ya que se trata de un modelo de negocios que permite a los proveedores rentabilizar un activo de su propiedad, como un automóvil o una vivienda, El concepto de la Gig Economy va mucho más allá de esto, por cuanto no es necesario poseer un activo físico para participar; solo se requiere estar dispuesto a realizar trabajos temporales.
Hay muchas situaciones en las que un empleador no puede afrontar el costo que le significa disponer de una persona contratada a jornada completa para realizar una cierta labor -en el caso de los emprendedores o empresas de menor tamaño esto se da con bastante frecuencia-, y la otra cara de la medalla es que hay también personas que están dispuestas a trabajar en forma parcial, o incluso tienen una preferencia por esta modalidad.
En ambientes donde se promueve el emprendimiento y la innovación en forma natural han surgido aplicaciones digitales para juntar a unos con otros, en función de necesidades específicas solicitadas por los usuarios. Y si bien esto es bastante común para ciertos servicios básicos (reparaciones, limpiezas, jardinería, etc.), la Gig Economy también está creciendo con fuerza en trabajos altamente calificados. De acuerdo con antecedentes obtenidos en el sitio fitsmallbusiness.com, entre los trabajos por hora mejor pagados en Estados Unidos están, por ejemplo, los de inteligencia artificial (US$ 115), robótica (US$ 77), editores de video (US$ 37) y marketing vía Instagram (US$ 31).
Esta nueva modalidad de trabajo no solo está permitiendo una mayor participación en la fuerza laboral, sino que también hace posible enfrentar de mejor forma los desafíos de flexibilidad que impone la nueva revolución industrial/digital en marcha. ¿Estamos preparados para esto? Me temo que no. Nuestra legislación laboral, educacional y de capacitación sigue mirando por el espejo retrovisor. Falta mucho por hacer, y es imperativo hacerlo con prontitud