La carrera de la taekuondoísta Heidy Juárez fue una sucesión de éxitos. En la década pasada, hablar de la disciplina era aludir a Juárez. Su tenacidad para abrirse espacio en un deporte que era considerado para hombres la llevó a destacar en juegos panamericanos, campeonatos mundiales y a participar en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, en donde rozó la presea de bronce al quedar cuarta.
“Lastimosamente, en ese entonces solo se premiaban 3 medallas, solo había 1 bronce. Ahora son 2 bronces: después de esa participación cambiaron la forma. Fue duro no poder ganar la primera medalla olímpica para Guatemala”, expresó.
En 2007, una lesión en el ligamento cruzado posterior de la rodilla derecha, en un clasificatorio en Inglaterra para las justas olímpicas de Pekín 2008, hizo que su retiro se apresurara. Sin embargo, su nombre ya había quedado grabado en la mente de los guatemaltecos y su leyenda escrita con tinta indeleble en los libros. “Mi retiro fue un poco duro y triste”.
A pesar de estar alejada de la alta competencia, Juárez no ha abandonado el tatami. Sigue entrenándose y hace combates, además de enseñarle a niños, jóvenes y adultos. Pero eso no es todo: ella manifiesta que da clases personalizadas de cualquier disciplina a infantes de 2 años en adelante. “Los ayudo a descubrir sus talentos deportivos”.
No obstante, en ocasiones la invade la nostalgia por volver a competir, como el año pasado, cuando analizó la posibilidad de participar en los Juegos Centroamericanos Managua, pero finalmente decidió no hacerlo. Juárez resalta que el taekuondo ha dejado de sonar, a diferencia de su época, cuando era más constante.
Si bien en la actualidad son pocos los atletas sobresalientes, comentó que hay mucha más participación, incluso, femenina, aunque la falta de logros o de otra Heidy Juárez se debe a que “hay atletas que nacen destinados a brillar en la alta competencia, pero las generaciones de ahora no se concentran”.
Expone que uno de los factores que afectan no solo el taekuondo sino a otros deportes, son las redes sociales: así como los ayuda, también los perjudica. “Los jóvenes ahora están más enfocados en mandar la selfie, decir dónde están y pierden la concentración, que es lo que vale la pena”.
“Antes se iba a entrenar por pasión, aunque no se ganara nada ni hubiera foto. Íbamos a lo que íbamos; eso se ha perdido”, puntualiza la atleta, quien entre su logros destaca 1 bronce en el Campeonato Mundial Manila 1995, 1 oro y 1 plata en Juegos Panamericanos de Winnipeg 1999 y Río de Janeiro 2007, y 3 platas y 1 bronce en un Panamericano.
Bryan Anton