Se nos va la orquesta, la pieza cómica musical escrita por Mónica Sarmientos, vio por última vez la luz de un escenario en 2011. Este año, la autora presenta una versión renovada de su obra, pero siempre acompañada de los artistas Wilfredo González Palín y Vladimir
Villatoro. El montaje subirá a escena del 11 al 27 de mayo, los viernes y sábados a las 20:00 y domingos a las 17:00, en el Teatro de Cámara Hugo Carrillo del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias. La admisión es de Q75.
En dos actos
En su versión original, Se nos va la orquesta constaba de 3 sketches; sin embargo, en esta temporada se presentarán únicamente 2. El primero, sin un título en específico, aborda la historia de una violinista (Mónica Sarmientos) y un pianista (Vladimir Villatoro), que compiten por ganar un lugar en el conjunto musical de un extravagante director (Wilfredo González).
Curriculum cantado es la segunda parte del espectáculo y su enfoque radica en las dificultades que existen para encontrar trabajo. El texto de esta escena fue realizado al estilo de Les Luthiers, grupo humorístico argentino, y además de tener como base la música se apoya en un narrador.
Atmósfera musical
Para completar estas alusiones musicales, Sarmientos integró al montaje elementos como chajaleles, pitos de barro, palos de lluvia, bombos y guitarras. “También nos vestiremos de negro, como si fuésemos maestros de orquesta, para darle un toque diferente”, afirma la actriz.
Importancia del arte
A pesar de ser un show rodeado de humor, Sarmientos dice que sus líneas abordan temas relacionados con las situaciones sociopolíticas del país, que influyen en el proceso de culturización: “El metamensaje es crear reflexión acerca de la necesidad del arte para el desarrollo, y que este deje de ser visto como un lujo para ciertos grupos”.
Se nos va la orquesta intenta, además, resaltar la importancia de la música en Guatemala. Para lograrlo, durante la función, la creadora contrastará, en una pequeña cátedra, la riqueza cultural que aportan los conciertos sinfónicos, por el contrario del reguetón y el trap. “Es muy fácil hacer un hit, pero eso no quiere decir que incida en algo bueno”, concluye.