lunes , 25 noviembre 2024
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Nicaragua es protagonista del Cervantes

La situación de Nicaragua fue ayer la protagonista del Premio Cervantes.  Sergio Ramírez, el primer centroamericano en recibir este reconocimiento, dedicó su discurso a los “asesinados en las calles por reclamar justicia y democracia” y a los jóvenes que luchan para que ese país “vuelva a ser República”.

La actualidad

La sombra de la actualidad en Nicaragua estuvo presente en los discursos de Sergio Ramírez, ganador del Cervantes, el premio más importante de las letras en castellano; el del rey Felipe VI, y el del ministro de Educación, Cultura y Deportes español, Íñigo Méndez de Vigo.

Ramírez, con un lazo negro en su solapa y tono grave, recordó la situación de su país a su llegada al paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid), donde se celebró la ceremonia. Resaltó su “historia reiteradamente desdichada” y los sucesos ocurridos en estos 5 días de protestas contra una reforma de la seguridad social anunciada por el gobierno de Daniel Ortega, posteriormente derogada, que dejó al menos 27 muertos y 100 heridos.

Comprometido

Autor de títulos como Margarita, está linda la mar, La marca del zorro y Adiós, muchachos, Ramírez fue vicepresidente de su país de 1985 a 1990, junto a Daniel Ortega, del que se desligó hace tiempo por su deriva autoritaria.

Ramírez volvió ayer a aunar literatura y política, algo que lo ha perseguido en su vida por su compromiso como autor. “Escribo entre cuatro paredes, pero con las ventanas abiertas, porque como un novelista no puedo ignorar la anormalidad constante de las ocurrencias de la realidad en que vivo, tan desconcertantes y tornadizas, y no pocas veces tan trágicas, pero siempre seductoras”, resaltó.

En su discurso, Ramírez recalcó que es imposible negar la realidad de los “caudillos del narcotráfico” y “el exilio permanente de miles de centroamericanos hacia la frontera de Estados Unidos, impuesto por la marginación y la miseria, y el tren de la muerte que atraviesa México con su eterno silbido de bestia herida, y la violencia como la más funesta de nuestras deidades”.

Emociones

El escritor tuvo recuerdos para sus abuelos y su madre, que fue la que le enseñó a leer el Quijote, y reiteró su admiración por Cervantes y por Rubén Darío, con quienes la lengua española hizo un viaje de ida y vuelta.

Si Sergio Ramírez comenzó la jornada acordándose de su país, sus últimos momentos en el paraninfo lo llevaron de vuelta a esos paisajes, cuando la tuna de la Universidad de Alcalá lo vistió con una de sus capas y le cantó Nicaragua, nicaragüita.

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