El segundo disco del cantante panameño Rubén Baldes, realizado en conjunto con otro gigante de la salsa Willie Colón, ya cumplió 40 años de impregnar dignidad al latino que lo escucha por primera vez.
Blades desarrolló con Siembra una salsa conceptual o intelectual, la cual no encajaba en la visión de Colón. Sobre todo, porque Willie no quería ahondar en temas sociales con la crudeza de Rubén. Blades vio necesario recordar a los latinoamericanos que en la desesperación por el dinero y el American Dream olvidan: “El orgullo de ser latino y la pérdida de la fe en el futuro”.
Fania Records no quería un disco así. Canciones de 4 a 7 minutos con mensaje, y mucho menos, una acerca de un asesino latino que mata por las noches. Sin embargo, Siembra es un antes y un después del género musical.
La placa abre con Plástico. La canción se impone desde el principio con un ritmo espejo de música disco que lentamente se difumina en una salsa explosiva con arreglos sinfónicos que aumentan su tamaño. Es decir, sale del salón y se esparce como oxígeno en la atmósfera. El tema termina con: “Nicaragua… Sin Somoza. ¡Presente!”. Era de censura.
Buscando Guayaba es aquella pieza que habita entre el sabroso fruto y la metáfora de la búsqueda de la mujer perfecta. Ambos difíciles de encontrar. La anécdota es que el guitarrista Yomo Toro no llegó a la grabación, mas decidieron continuar y luego incorporar su parte. Pero, Blades improvisó con una vocalización de guitarra y así quedó.
Rumba de calle, Pedro Navaja es la historia urbana del antihéroe, llena de misterio y narrada en forma cinematográfica. La rima de Blades es irresistible. La disquera se negó a sacarla como primer sencillo, pero el tema es grandísimo. “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”, se convirtió en una frase generacional.
María Lionza es acerca de la Virgen Nuestra Señora María de la Onza del Prado de Talavera de Nivar en Venezuela. Turistas y media Latinoamérica le rinden tributo para que les dé dinero, amor y sanación. Ojos no es de Blades, es una colaboración de Johnny Ortiz: “Ojos que saben reír y ojos de eterno fulgor. Ojos de América Latina llenos de verdad.”
Dime es una canción a la pena del amor perdido. Pegajosa y flagelante de lírica salvaje con sabor a alegría y Punta de Cana. Siembra es una sacudida de conciencias. “No la dejes que muera” dice Blades. Los arreglos del argentino Carlos Franzetti la convierten en una conmovedora plegaria a la lucha del latino en tierra ajena. “Siembra si pretendes alcanzar lo que el futuro te traerá. No olvides que de acuerdo a la semilla así serán los frutos que recogerás”. Es obligatoria su lección.
El material discográfico es enorme. El grito de urgencia a la América Latina que quiere ser cercada por el muro de la estupidez. “Con fe y siempre adelante”, su alarido sigue vigente 40 años después, aunque la dupla Blades y Colón es un odio “trump-esco”.