Con 14 años, un adolescente curioso llamado Fernando Navichoque se dirigió por primera vez a la Escuela Nacional de Danza Marcelle Bonge de Devaux. Desde ese momento, el ballet se le volvió tan esencial como el aire que respira, y a ese arte ha dedicado no menos de 5 décadas de su vida. En ocasión del Día Internacional de la Danza, que se celebrará el domingo 29, el bailarín engalana el espacio Los de siempre para compartir los momentos que han marcado su carrera.
Memorias
Fernando Navichoque recuerda que al egresar de la Escuela Nacional de Danza su gran sueño era formar parte de una compañía y subir a los escenarios. Pudo integrarse al Ballet Nacional de Guatemala, que lo ha recibido como invitado en distintas ocasiones, pero el baile contemporáneo era su pasión. Por eso, durante 35 años se entregó al Ballet Moderno y Folklórico.
En esa institución, el bailarín encarnó a variopintos personajes: príncipes, campesinos, duques y hasta Romeo, el joven novio de Julieta. Pero, sobre todo, aprendió que no existen papeles pequeños. “En un cuerpo de baile se puede estar al frente o al final, mas lo importante siempre es poder desenvolverse”, comenta.
El pilar de la imaginación
Esa misma dedicación lo impulsó a imaginar los aspectos físicos y emocionales de las figuras que interpretaba. Al construir sus personajes, y antes de preocuparse por las destrezas que requerían, Navichoque se internaba en su historia, sus pensamientos y la identidad que tendría sobre las tablas: “En mis tiempos era necesario estudiar las representaciones. No era tan fácil como ingresar en Internet para tomar ideas de videos e imágenes”.
Toda una vida
El bailarín explica que todo espectáculo requiere de entrega y sacrificio. Sin embargo, en su mente se encuentran vivos dos montajes que le resultaron sumamente complejos. Uno fue Sensemayá, llevado a escena por el Ballet Moderno y Folklórico, que exigía trabajar al compás de una bailarina para juntos interpretar una serpiente. En el otro, Venus, del Ballet Guatemala, se afanó por encontrar la delicadeza de los pasos al lado de Reyna Silva.
Retos diarios
En su memoria, Navichoque atesora aquellos escenarios internacionales que visitó y asegura que bailaría otros 30 años. Actualmente se desempeña como director del grupo de danza de la Universidad de San Carlos y su pasión, confiesa, se retroalimenta al ver a jóvenes luchar por sus sueños cada día. “Este arte me lo dio todo y significa mi vida entera”, puntualiza emocionado.