Soy adicto a las películas que involucran terror y más si es sobrenatural. Ante ello, los dos filmes de Annabelle complacieron mi necesidad de espanto en Semana Santa. No son geniales, eso lo sé, pero ante la oferta actual de este tipo de cine, James Wan se ha perfilado como lo mejorcito, como director y productor.
Agradezco que las dos cintas no son pretenciosas y juegan en terrenos conocidos del bien vs. el mal. Encima, no te prepara para espantarte y eso es bueno. Me refiero a la típica escena en la que todo está tenso y de pronto suena el teléfono y saltás de tu silla, o la otra, en la que un perro entra en la toma silente a ladrar desaforado.
Cuando acudimos a este cine es para sentir un miedo real, ese de la impotencia ante situaciones en las que no podés hacer nada; solo esperar lo peor, el arrebato de tu alma. Como ese instante en el que un demonio quiere apoderarse de tu hija, o bien, cuando sos una niña y, sin querer, le abrís la puerta a un espíritu para poseerte.
Como es habitual en las cintas de Wan, el miedo es sutil al inicio y luego se descontrola. Digamos que es la fórmula que hemos disfrutado en la saga Insidious y The Conjuring. Otro elemento a favor es que las tres historias están conectadas.
Me pueden rebatir con la existencia de lugares comunes dentro de los filmes, o con las decisiones absurdas de los personajes, y no les quitaré la razón, pero entre la oferta que hay, es lo mejor que tenemos. Como si fuera un diablillo travieso, primero juega con tu mente. Todos conocemos las fases: 1) el movimiento de objetos inanimados, 2) las breves apariciones, 3) el aparente contacto físico o sónico, 4) todo al mismo tiempo y de manera exponencial. Y, como es regla en este tipo de cine, el personaje principal sufre solo al principio; después lo acompaña el espectador.
Acá el orden sí influye, por tanto hay que ver Annabelle, que ocurre en los años 60 y luego Annabelle: Creation, que sucede en una casa quemada por el sol y la soledad. Y si pretendés entrarle a las tres sagas, te recomiendo verlas conforme llegaron a la pantalla. Como digo, todas están conectadas con elementos que van más allá de los esposos Warren. Bien dicen que las reseñas/ críticas de cine son solo puntos de vista.
Decepción fílmica: Shape of Water.
Es probable que pierda su respeto, pero no encontré la genialidad en esta cinta. La primera vez me aburrió y no la terminé de ver. La segunda sí llegué al final, mas no me pareció para nada sorprendente. No hay grandes diálogos, innovación narrativa o actuaciones impresionantes, ni siquiera grandes efectos. Un amigo dice que “es la película romántica de Guillermo del Toro”; puede que tenga razón. Verla es como comer un ceviche rancio. No la recomiendo.