Entre los paisajes bucólicos, los acantilados y las siluetas pintadas a caricias en el agua, Claude Monet mimetiza la arquitectura en su pintura y la esconde para que sea un elemento más en su cóctel impresionista que se dará cita en una exposición en la National Gallery de Londres.
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— National Gallery (@NationalGallery) 5 de abril de 2018
El museo londinense ha reunido 78 obras de Monet, en una muestra que recrea su arte más arquitectónico, aquel en el que las siluetas de los edificios equilibran las composiciones y dotan de verticalidad a las obras.
“Monet no utilizó la arquitectura por un solo propósito. La usó por muchas razones diferentes. Utilizaba los edificios para dar una forma regular dentro de la irregularidad de la naturaleza. Los utilizaba para dar un color diferente a la composición”, explicó Richard Thomson, comisario de la exposición.
“Un techo rojo contrastaba con el verde de los árboles. Los edificios podían formar una pantalla en la que la luz se reflejaba y servían como un elemento más al reflejarse ellos mismos en el agua”, prosiguió.
La muestra, que estará abierta al público del 9 de abril hasta el 29 de julio, se divide en tres salas que exploran los viajes y la pintura de Monet, a través de la visión arquitectónica de la misma.
De este modo, París, Londres, Ruan, Venecia y la costa de Normandía son solo algunos de los paisajes que se abren ante los ojos del espectador, quien rápidamente quedará atónito por los juegos de luces y de pinceladas, casi como caricias, que crea el artista francés.
“Tendemos a creer que Monet es un pintor de paisajes, jardines, nenúfares y mares, pero no de edificios. Esta exhibición trata de dar una visión diferente del artista”, matizó Thomson.
Dentro del estilo impresionista que Monet perfeccionó a lo largo de su vida, lo pintoresco toma una gran presencia, sobre todo en sus obras sobre la población francesa de Varengeville.
“El estilo pintoresco se desarrolló en Inglaterra y retrata los edificios de la ciudad y medievales, como catedrales y castillos, como una manera de mirar con respeto al pasado. Se volvió muy popular en Francia al principio del siglo XIX”, relató Thomson.
La pincelada de Monet da lugar a obras en las que la calidez de la naturaleza toma la escena, pero también a cuadros cubiertos de nieve, con colores fríos y edificios apagados.
A medida que su creación se aleja del realismo pictórico que inició su carrera, Monet muestra una preferencia por los puentes, los acantilados y la figura humana difuminada, como si una brizna de viento hubiera esparcido la pintura sobre el óleo.
Londres “salpicado”
La exposición de la National Gallery presenta alguno de los cuadros más importantes de la vida del impresionista como varias obras pertenecientes a su serie sobre la catedral de Notre Dame de Ruan.
Entre 1892 y 1893, Monet retrató la catedral de Ruan en varios momentos del día, para comprobar cómo la luz afectaba a la fachada del templo.
Tras ver esta famosa serie, Londres toma el testigo, con varios lienzos que reflejan el pensamiento y los sentimientos del artista sobre la capital británica.
Así, Londres aparece salpicado tanto con un atardecer rojizo como con un cielo tormentoso, siempre con el Parlamento al fondo y el río Támesis en primera instancia.
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— National Gallery (@NationalGallery) 4 de abril de 2018
En su serie sobre Venecia, que cierra la exposición, los motivos arquitectónicos dominan la pintura y provocan la desaparición de la figura humana, que se ve relegada, debido a lo que Thomson definió como “la obsesión de Monet con la luz”.
La recopilación se encuentra en la sala Sainsbury de la National Gallery, situada en el centro de Londres, en plena plaza de Trafalgar.
*Con información de EFE.