sábado , 23 noviembre 2024
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La voz de un músico poeta

No me cabe ninguna duda del poder de la palabra y la armonía del cantautor nacional Fernando López. Me parece que es un referente para América Central de la poesía hecha canción y de transmitir mediante sus temas fragmentos de la historia de Guatemala y de la infamia.

Lo que ocurre es que la voz y la guitarra de Fernando López están dotadas de un elemento que les hace falta a muchos de los cantautores: el poder de la denuncia social. Mas, es una denuncia que no linda con el panfleto o la simple (y claro, valedera) cólera. El mensaje que transmite es artístico y apegado al canon de la canción y de la poesía. Es decir, sus historias cantadas son un todo, un universo en el que el público encuentra un referente social, pero, a la vez, un placer estético en su performance.

Su oficio de antropólogo y sus estudios de etnología ayudan, pero también su capacidad de visualizar los contrastes sociales, de percibir las desigualdades, que todavía son muchas, y de encontrar la palabra precisa para señalar genocidios, impunidades y corrupciones.

Dicen que el oficio hace al maestro, y, en efecto, su trabajo ya rebasa los 40 años de ensayar, practicar y componer. Ofrecer conciertos lo ha hecho creador y, además, recreador de piezas musicales que son de antología. Incluso, alguna de ellas se canta como si se tratara del segundo himno de Guatemala. Me refiero a la conocida A vos, rebelde primavera, una pieza que deconstruye una realidad oficial, para cantar la otra verdad.  Recordemos a Miguel León-Portilla en su texto La visión de los vencidos, pues de esa manera el tema de Fernando cuenta una historia, que es la que ha estado oculta y de la que no se habla en sociedad.

Por otro lado, está su trabajo de trovador, en el que ha convertido la poesía de autores como Otto René Castillo y Roberto Obregón, dos escritores desaparecidos y asesinados durante el conflicto armado, en cantos de los que el público se ha apropiado. Un ejemplo es Solo queremos ser humanos, de Otto René, que fue interpretado en el juicio por genocidio a Efraín Ríos Montt. Esta vez, la canción salió de los escenarios y cobró vida en un momento histórico del país.

Precisamente, la contribución de este increíble músico es muy valiosa y cada una de sus producciones ofrece una visión de posibilidades de cambio, especialmente en un país tan lleno de contradicciones e indiferencias.

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