La confianza depositada en los agentes caninos no solo se basa en sus cualidades, sino en la construcción de una verdadera amistad.
Se ha vuelto común que las fuerzas policiales en las ciudades más importantes del mundo, cuando realizan operativos a gran escala, se hagan acompañar de perros especializados para rastrear y dar con el paradero de criminales, materiales explosivos, drogas, dinero y otros ilícitos, que los humanos a simple vista no pueden detectar. Derivado de la extrema sensibilidad y los sentidos perfectamente aguzados, que caracterizan a los canes policíacos, denominados K-9, con un olfato privilegiado que se convierte en el principal instrumento para localizar cualquier artículo ilegal o persona buscada, los resultados de las operaciones contra la criminalidad, además de certeras han sido exitosas.
Los perros policías deben poseer una preparación básica de obediencia a las órdenes de su instructor, nobleza y sensorialidad. No todas las razas son consideradas para efectuar labores policiales, pues los pastores alemán, holandés y belga, así como los Golden retriever y los labradores son las más empleadas para desempeñar esa función. Vale recordar que, en el siglo XVIII, la Policía europea ya utilizaba a sabuesos para los patrullajes rutinarios. Sin embargo, países como Bélgica y Alemania, en el contexto de la Primera Guerra Mundial, establecieron la formación y uso de perros para labores específicas como la guardianía. En tal sentido, fue en Londres, Inglaterra, en donde se iniciaron programas K-9, con el propósito de entrenar tusos para agilizar los rastreos y fortalecer las investigaciones, mientras que, en Estados Unidos de América, comienza a desarrollarse esa actividad canina en la década de los 70.
Guatemala, no es ajena a esa clase de adiestramientos, pues a los canes se les instruye en la Escuela Centroamericana de Entrenamiento Canino, en Barberena, Santa Rosa, constituida en 1998, para convertirlos en agentes de la unidad K-9. Ello, con la finalidad de fortalecer la Unidad Antinarcótica de la Policía Nacional Civil (PNC), con el manejo de esos fieles amigos detectores de productos indebidos. Es así, como cada perro recibe formación en su especialidad, para la búsqueda de armas, bombas, estupefacientes o personas. Una buena labor de los agentes caninos dependerá de la inteligencia, la fuerza, la agresión, la obediencia y, sobre todo, el sentido del olfato que hayan desarrollado en la constancia de sus entrenamientos, con el cual puedan discernir olores específicos, aunque haya más a su alrededor. Toda vez, que la edad en la cual comienzan su formación es entre 6 meses y 1 año, cuyo tiempo de instrucción dependerá de las habilidades y de la adaptación del can. Así también, su vida laboral será de ocho a diez años, luego se jubilan y muchos de ellos son adoptados por sus guías, por la relación afectiva cimentada en sus años de caminar y bregar conjuntamente. Indiscutiblemente que, la confianza depositada en los agentes caninos K-9, no solo se basa en sus cualidades para realizar el trabajo encomendado, sino en la construcción diaria de una verdadera amistad, convivencia y lealtad a prueba de fuego.