Por: Gerardo Castillo
La tradicional imagen del ciudadano medio que acudía cada semana a una biblioteca, no necesariamente por razones de estudio, sino por afición a la lectura, por el placer de leer, se está perdiendo. Era el caso de una de mis abuelas, una mujer sencilla, pero con gran curiosidad, que leyó cada última novela durante 25 años. Causa tristeza ver ahora tantas bibliotecas vacías.
Existía la costumbre de regalar libros y los Reyes Magos los ponían en los zapatos de los niños que habían sido muy buenos. Ahora, en cambio, el regalo preferido es un videojuego. Mucha gente ya no lee diariamente como antes: en el metro, en la cama hasta la llegada del sueño, en las estaciones de ferrocarril y en las salas de espera de la consulta del médico. En cambio, ahora esperamos sin prisa, abstraídos en el móvil o la tablet.
Hoy algunas de las personas que tienen la buena costumbre de ejercitarse físicamente en un gimnasio, lo hacen para rendir culto al cuerpo, lo que contrasta con el olvido de la biblioteca como ámbito para el cultivo de la mente. ¿Por qué está desapareciendo la costumbre de asociar el libro al ocio y a la espera? Porque es más cómodo entrar en las pantallas y plataformas digitales: en ellas existe una gran oferta de entretenimiento sin esfuerzo. También por la influencia de esos audiolibros que hacen “innecesaria” la lectura. Algunos adolescentes piensan que, como actualmente disponemos de muchas fuentes de información a través de Internet, los libros no son necesarios. Ignoran que la lectura continuada, reposada y reflexiva de un libro nos aporta mucho más que leer mensajes fugaces y triviales en el “móvil”. La adquisición de conocimientos a través de la lectura de libros tiene un valor único, debido a que mantiene la mente activa y estimula diversos procesos cognitivos. Por eso, ha sido muy elogiada por muchos grandes escritores.
Para la poetisa Wislawa Szymborska, la magia de la literatura radica en que nos hace (al menos por un rato) más libres. “Leer libros es el más glorioso pasatiempo que la humanidad ha ideado”. Mario Vargas Llosa, en su discurso de recepción del Premio Nobel, Elogio de la literatura y la ficción, leyó lo siguiente: “Aprendí a leer a los cinco años (…). Es la cosa más importante que me ha pasado en la vida. Casi setenta años después recuerdo con nitidez cómo esa magia, traducir las palabras de los libros en imágenes, enriqueció mi vida, rompiendo las barreras del tiempo y del espacio y permitiéndome viajar con el capitán Nemo veinte mil leguas de viaje submarino (…). La lectura convertía el sueño en vida y la vida en sueño y ponía al alcance del pedacito de hombre que era yo el universo de la literatura”.
Otros argumentos a favor de la lectura de libros: estimula la memoria y la imaginación e incrementa el vocabulario. Al mantener el cerebro activo, ayuda a prevenir el alzhéimer y otras enfermedades degenerativas; desarrolla el pensamiento analítico, especialmente con las novelas de crimen y misterio; potencia la concentración y la empatía; favorece la expresión oral y escrita. Todo ello contribuye decisivamente al éxito escolar. ¿Servirán las razones expuestas a favor de la lectura para conseguir nuevos lectores?