Sabido ya, a estas aturas, que se han postulado treinta y nueve abogados para optar al cargo de Fiscal General de la República y Jefe del Ministerio Público, período constitucional 18 de mayo de 2018–18 de mayo de 2022, es natural que los ciudadanos se pregunten si estos trina y nueve son, en efecto, los treinta y nueve mejores abogados que hubieren podido postularse.
¿Tiene frente a sí la Comisión Postuladora a los treinta y nueve mejores postulantes que pudo haber tenido?
De una cosa si estoy seguro y es de que la Comisión Postuladora tiene frente a sí, si no a los mejores, al menos. a los más pacientes.
Sólo la paciencia franciscana pudo llevar a que los postulantes recopilasen todos los documentos exigidos y que –además– los presentasen con dieciséis copias ¡Aunque Usted no lo crea! de todos y cada uno de los documentos presentados.
Siendo tales los absurdos –varios botones como prueba– es más que probable que muchos valiosos profesionales se hayan abstenido de participar y, si tal la causa –más que probable– es una pena que hayan sido las improvisadas reglas las causantes.
Ya se dio una vez –de todo se ha dado en la Comisión Postuladora– que cuando ya a punto de concluir el proceso –cerrado el plazo para inscribirse– fue invitado un abogado (ilustre, por cierto) para que presentase su papelería (ofensiva semejante invitación para quienes ya la habían presentado), habiéndose dado como resultado final que el invitado ¡Aunque Usted –y con toda razón– tampoco lo crea! que ni siquiera fue incluido en la lista final de los seis postulados.
También se dio el caso –la Comisión por inventar no se ha quedado– de que vencido el plazo señalado para presentar papelería se permitió que otros lo hicieran, complementaran la entregada y corrigieran errores en la misma, bofetada para aquellos que, en tiempo, cumplieron a cabalidad con lo exigido.
Puede ser que los treinta y nueve sean los mejores ¿Por qué ponerlo en duda? Pero reitero, de lo que si podemos estar seguros, es de que se trata de los treinta y nueve abogados más pacientes.
La Comisión no es un órgano permanente sino uno que se integra cada cuatro años y que concluido su propósito –presentar la nómina– deja de existir, volviéndose a integrar, cuatro años después, para realizar idéntico ejercicio.
Cada vez que se integra –esto es grave– cambia las reglas de juego y, de ocurrencia en ocurrencia, puede llegarse, incluso, al disparate.
Ya alguna vez compartí ya con Ustedes que en la Historia Universal de Papini se narra un curioso, insólito y simpático incidente acaecido en la ciudad de Toledo: los actores –impecable y esforzada su presentación– hartos del público –pésimo público– “tomatearon” al público, extremo que no debe darse entre nosotros.
Con paciencia franciscana –renovada– deberán de sufrir, los postulantes, lo que resta del proceso y, sin llegar a los extremos de la historia, muchas veces habrán de reprimirse.
La papelería se encuentra ya presentada y empezó la Comisión Postuladora a evaluar los expedientes, lo que hace atenida –necesariamente– a las desafortunadas normas que –una vez
establecidas– tiene que aplicar y, así, vemos el caso de que se elimina a una postulantes por no haber presentado –legalizado– su título de abogado cuando existe otro requisito que consiste en constancia –original– extendida por el Colegio de Abogados y Notarios de calidad de colegiada activa, calidad que jamás podría tener si careciere del título profesional citado…
Cuando la norma, mala, poco puede hacer el mejor de los jueces.
¿Cuántos buenos quedarán, así, eliminados?