La campaña corta, además tiene otra gran ventaja: por más corta, más barata y si bien tendrá siempre importancia el dinero, puede ganar la elección un candidato que no tenga tantos recursos.
Reformado el artículo 157 de la Constitución y establecido con su reforma el sistema electoral de los distritos pequeños, todos los distritos electorales –158– tendrán aproximadamente 60 mil votantes, número que permite que los candidatos puedan acceder, incluso personalmente, a todos los votantes –tratándose de un número tan pequeño– y que puedan hacerlo en un lapso de tiempo muchísimo más corto –noventa días – (más que suficiente) e incluso, mejor, si sesenta.
En la mayoría de democracias occidentales la afluencia de votantes es de más o menos la mitad de los inscritos –lo que constituye ya un porcentaje razonable– y, si tal fuere el caso, en el sistema de distritos pequeños estarían votando, en cada distrito, 30 mil de sus votantes empadronados y el candidato podría estar ganando –con mayoría absoluta– si obtiene 15 mil votos, lo que hace suponer que, habiendo varios candidatos en el distrito, el candidato ganador podrá estar haciéndose del triunfo con 10 mil votos e, incluso, con menos.
El listado nacional de diputados –listado que debe eliminarse y que cuya eliminación sólo puede hacerse con la reforma del artículo 157 de la Constitución– obliga a una campaña larga, tal y como la determinan, también, los distritos inmensos, cada departamento un distrito, situación tan sólo salvable, de igual manera, con la reforma del citado artículo.
No es fácil y lleva tiempo recorrer distancias largas, lo que no se da en los distritos pequeños y lleva menos tiempo no sólo recorrer distancias menores sino tener que dirigirse a un número más pequeño de votantes.
En 60 o 90 días, si el número de votantes es pequeño, se tiene tiempo suficiente para poder llegar al elector e incluso –si así se quiere– uno por uno y de igual forma, una por una, para tocar todas las puertas. El sistema de los distritos electorales pequeños acerca a candidatos y electores y, consecuentemente, en su momento, ya concluida la campaña, acerca a esos mismos electores y al electo, representante que es del elector en el Congreso, de sus intereses, principios y valores.
Son muchos los países que tienen campañas electorales cortas para elegir a sus diputados, algo que también resulta obligado por la brevedad de los mandatos, dos años, duración que hace que el electo se encuentre siempre a las puertas de la elección siguiente: Ningún estímulo más eficiente para el diputado del distrito que tener que acudir otra vez y pronto al elector para renovar su mandato, estimulo para que lo ejercite con la máxima lealtad y con la máxima excelencia.
La campaña electoral corta no debe confundirse con la “campaña” política de carácter permanente. El candidato electo –ya diputado– sosteniendo la misma relación con sus electores a lo largo de su mandato para asegurarse la reelección en su distrito y, los opositores, haciendo otro tanto, para lograr desplazarle y ocupar el cargo.
Lejos de lo que pudiéramos pensar, necesitamos mucha política. Carecemos de cultura política y es importante que logremos superar esta situación sabiendo que es posible para todo ciudadano acceder al Congreso y llevar al Congreso a quien bien lo represente.
En muchos países resulta tan normal acudir a elecciones que estas se celebran en día de trabajo, tomando los votantes tan solo un poco de su jornada laboral para el ejercicio del voto.
La campaña corta, además, tiene otra gran ventaja: por más corta, más barata y si bien tendrá siempre importancia el dinero, puede ganar la elección un candidato que no tenga tantos recursos, si se esfuerza.
Corta y barata, la campaña accesible a todos: una de las muchas consecuencias positivas de la única que reforma que puede cambiarlo todo, la reforma del artículo 157 de la Constitución de la República.