La Cumbre Mundial de Comunicación Política celebrada recientemente Ciudad de México, lugar que reunió a los consultores y firmas más destacadas de la comunicación política a nivel de la región latinoamericana, fue el escenario de predicciones sobre quién ganará las próximas elecciones, hasta la aplicación de la psicometría para reforzar las estrategias de engagement con el electorado.
En esta cumbre se somete a juicio la teoría versus la práctica, donde la ciencia política es exprimida hasta su máxima expresión, reunida con otras ciencias para lograr alcanzar la perfección. Así es como la comunicación política ha venido ganando terreno en América Latina, debido que en los tiempos modernos la improvisación no es igual a estrategia política, y donde el político que no se adapta simplemente se extingue. A esto nos lleva a la discusión sobre las redes sociales, que no es igual que lo maneje un community manager que un estratega digital; y el uso adecuado del Storytelling donde la clave es la conexión o hacer click.
Para que las redes sociales funcionen como un aliado estratégico para una campaña política exitosa o cualquier otra campaña de competencia, primero el candidato se debe conocer así mismo, y posteriormente conocer al adversario como así mismo. Las historias en la comunicación política son hechos envueltos en emociones y sirven para conectar al candidato con el votante. Cuando algo emociona, se recuerda con más facilidad; además, el candidato entrega algo personal y único, un pedacito de su intimidad. La modernidad exige tiempos de reflexión y sabiduría, el electorado no es ingenuo y tiene acceso a la información como nunca antes en la historia, y uno de los principios para empezar la estrategia política es marcarse un objetivo “Pide el voto a la masa cerebral, y no a la masa popular”, acota el consultor Antonio Sola.
Hay que tener en cuenta que la gente vive su propia realidad, y eso es lo que les interesa, y tener sobre la vista que la gente sigue a quien tiene la solución, y no al que realiza promesas. La ciudadanía actual sigue un candidato porque él o ella como líder posee cuatro rasgos fundamentales: energía, valores, determinación e ideas. Y es allí donde se ven proyectados, y en ese sentido se retorna la esencia: ser más persona que político. No hay nada asegurado para ganar las elecciones, pero con la comunicación política, existen derrotas que no hacen daño, sino más bien, genera,lecciones aprendidas, y oportunidades para el candidato que no logró ganarlas. En cambio, sin estrategia en comunicación política, el fracaso se convierte en factor anunciado, en espera de su muerte súbita en la arena política.