Este 4 de febrero, la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud OPS/OMS nuevamente se unieron a los esfuerzos internacionales para luchar contra el cáncer. Esta enfermedad es la segunda causa de muerte en las Américas, un mal en el que si se redujeran los factores de riesgo, se podría prevenir hasta en un 40 por ciento.
Cada año en la región 2.8 millones de personas son diagnosticadas con cáncer y 1.3 millones mueren por esta enfermedad.
Aproximadamente un 52 por ciento de nuevos casos y el 35 por ciento de las muertes ocurren en personas menores de 65 años. Si no se toman medidas para prevenir y controlar el cáncer, para el 2025 los nuevos casos aumentarán a más de 4 millones.
En nuestro país, el 33 por ciento de los cánceres diagnosticados en el hombre son de próstata, estómago e hígado y vías biliares, mientras que en las mujeres el 54 por ciento son de cuello uterino y mama. Por ello se hace necesario adoptar políticas para promover un estilo de vida saludable, y hacer que este sea la mejor opción para las personas. Los factores de riesgo modificables son conocidos por la mayoría: el consumo de tabaco y alcohol, el sedentarismo, la mala alimentación y las infecciones crónicas prevenibles como el virus del papiloma humano o de hepatitis B y C.
Con la adopción por los países de los Objetivos de Desarrollo Sostenible entramos a una nueva era de la salud global. La necesidad de adoptar un compromiso para luchar contra el cáncer y otras enfermedades no transmisibles es ahora más importante que nunca. Con la programada introducción de la vacuna contra el virus del papiloma humano, por ejemplo, Guatemala por medio del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social está mostrando un esfuerzo importante para salvar cientos de vidas de niñas, que sin acceso a la vacuna podrían haber desarrollado cáncer de cuello uterino.
Por ello, el Día Mundial contra el Cáncer se definió bajo el lema Nosotros podemos, yo puedo como una oportunidad para aumentar la conciencia no solo colectiva, sino individual para ayudar a prevenir y controlar el cáncer. Es un derecho y un deber de nosotros, individuos, organizaciones y gobiernos, hacer todo lo que esté en nuestras manos para disminuir el impacto de esta epidemia.