En la columna anterior desarrollamos la idea de que la reforma propuesta del artículo 157 (artículo 157 de la Constitución) vendría a establecer que se pueda inscribir como candidato a diputado todo aquel que quiera hacerlo, sin necesidad de que le postule un partido político y que, en consecuencia, la reforma del 157, vendría a terminar con el monopolio que tienen los partidos.
Reformado el 157, si Usted quiere ser candidato a diputado podrá inscribirse sin más, como podrá hacerlo cualquier otro ciudadano.
Es posible, sin embargo, que a Usted no le interese ser candidato pero, aunque no le interese, en lo personal, le afecta que no puedan otros ciudadanos sin que tengan que ser postulados –necesariamente– por un partido político, monopolio que impide que tenga Usted más y mejores opciones para elegir.
Esta vez no hablaremos de la relación suya con el 157 como eventual candidato o para que pueda serlo cualquier ciudadano, sin necesidad de que le postule un partido, sino de la relación suya con el 157, como simple elector.
Hoy, con el sistema vigente, no sabe Usted quien es SU diputado, tal y como tampoco lo sabe ningún guatemalteco, situación que deriva de lo que manda el actual 157 sobre la forma de elegir diputados: Elección por listado nacional (listados nacionales que establecen los partidos políticos) y por distritos electorales inmensos –cada departamento constituye un distrito– lo que implica la existencia, de igual forma, de listados distritales, listados también definidos por los partidos.
Es muy difícil con un sistema como el sistema que nos rige que pueda Usted conocer a los candidatos y que estos le conozcan lo que lleva a que Usted –tal y como le ocurre al resto de electores– vote a ciegas y que los candidatos desconozcan cuales son los intereses de los electores –sus intereses– los intereses del votante –así como cuáles sus principios y valores– intereses, principios y valores que el electo habría de defender en el Congreso. (Esa , y no otra, la esencia del parlamentarismo: la razón de ser del Parlamento).
A la confusión que producen en el elector los listados de candidatos se suma un complejo sistema para la adjudicación de los cargos y, así ¡Increíble, pero cierto! vemos salir a los diputados electos como del cajón de las sorpresas.
A Usted –como elector– le interesa la reforma del 157 porque a través de esta reforma desaparecen la lista nacional de diputados y los listados distritales (Establecido el sistema de distritos pequeños, todos los diputados son electos por distritos pequeños; se elige un solo diputado por distrito y gana la diputación en el distrito, sin fórmulas raras, el candidato que obtenga el mayor número de votos.
Siendo pequeño su distrito –pequeño distrito en el que todo le es vecino– es más que probable que Usted conozca a los candidatos desde incluso antes de que se inicie la campaña electoral y que, si no es así, llegue a conocerles bien a lo largo de la campaña, campaña corta y barata que logra tener estos caracteres por la pequeña dimensión del distrito y el menor número de votantes a los que la campaña se dirige.
Usted sabrá, finalmente, quien es SU diputado, el candidato electo en su distrito y el electo, por su parte, siendo pequeño el distrito –menor el número de electores– sabrá muy bien cuáles son sus intereses, principios y valores –los intereses, principios y valores de Usted y de los demás electores– los intereses, principios y valores que deberá defender en el Congreso.
La reforma del 157 hace de Usted, el elector –de su representación debida– la razón de ser misma del sistema y el presupuesto y las leyes, finalmente, responderán a sus intereses, principios y valores.
¿El 157 y Usted? Si no como candidato y diputado como simple elector (no tiene nada de simple ser elector ) quedará Usted debidamente empoderado: EL Elector –así– en el Congreso.
