Incurrir en un desliz es de los actos temidos por las personas, pues toda acción equivocada o desacertada motiva más desaprobación
que comprensión. Olvidar la letra de una canción en pleno concierto, entregar mal el balón en un partido, un diagnóstico o pronóstico incorrecto, confundir un dato o, como le acaba de ocurrir a Vanity Fair, descuidarse al manejar el photoshop, son algunos ejemplos.
Hay fallas que son consecuencia de desconcentración, ignorancia o débil preparación e, invariablemente, llevan a sufrir el escarnio público, ya que la sociedad castiga con dureza al ridículo. Una de ellas se suscita cuando el idioma es víctima de agresiones sintácticas, ortográficas, de acentuación, de puntuación y demás niveles gramaticales.
Redes sociales, anuncios publicitarios y medios periodísticos sirven de vitrinas en las que el público halla pequeños y grandes yerros que hasta se vuelven tendencia por las burlas que levantan.
Quienes minimizan los costos de una pifia de este tipo argumentan que lo importante es entender el mensaje, de manera que da igual escribir «se/sé/ce/c puede» o «tu/tú eres».
Sin embargo, no pocos consideran que la forma es fondo y, principalmente, que hablar y escribir bien valen mucho, máxime cuando uno de los retos de la gente es errar lo menos posible. El español no es fácil porque recoge cerca de 94 mil particularidades y entre verbos, tildes, comas, adjetivos, sustantivos… crecen los desafíos que a veces se posan cual espada de Damocles.
Para quienes afirman que lo fundamental es que la idea se asimile, traigo a colación recientes publicaciones en puntos de exposición masiva, las cuales muestran graves errores.
«Gritaba el gol sin imaginar que pasaba con su marido», apareció en el portal de Yahoo. Ese «que» implica que alguien iba con la pareja de Julie Ertz, mientras «qué» nos habría precisado que el festejo llegaba sin que la anotadora supiera la situación afrontada por su cónyuge.
Tigo impulsa sus Apps premium con la frase: “Descubre y elije las que más te gusten” y la comuna informa: “…podrá obtener una copia de éste…”, un “éste” innecesario y tildado sin razón.
“Voy a trabajar porque eso no debe de ser ningún impedimento… tengo dos alternativas, o se atiende… o trabajamos…”, declaró un ministro de moda sin reparar en la fea construcción de su enunciado y en el erróneo uso de “debe de” y “alternativa”.
La firma Odebrecht divulgó un comunicado admitiendo prácticas corruptas en el que pide disculpas a la sociedad guatemalteca… Eso significa que nuestro país debe dárselas ¡recórcholis!
Como queda espacio incluyo esta en el que resaltan los desatinos del autor en el empleo de mayúsculas y la concordancia de género y número: “La fuerza Kaibil Militar se encuentran ubicados en cordones de seguridad…” Pero bueno, “hel mensagé ce hentiendé, dira mas de huno…”