En 1756, el obispo de Durham cayó rendido ante la serie Jacob y sus 12 hijos, del pintor Francisco de Zurbarán. Pujó con entusiasmo para hacerse con las 13 obras, mas se quedó sin dinero y no pudo comprar una, que fue a parar a manos de una familia noble británica que nunca quiso desprenderse de ella. Ahora, por segunda vez en la historia, las piezas han vuelto a reunirse en Estados Unidos y, tras su paso por el Museo Meadows de Dallas, la serie ha recalado en la Frick Collection de Nueva York.
Separación
Inspirado en las anotaciones de La bendición de Jacob, Francisco de Zurbarán pintó, junto a sus discípulos, Jacob y sus 12 hijos en Sevilla, España, entre 1640 y 1644, pero nunca se conoció quién fue el cliente original. Solo se sabe que a principios del siglo XVIII, las obras pasaron a una familia judía de origen portugués, que luego las subastó en Londres, Inglaterra.
Desde entonces, el retrato de Benjamín permanece en una colección diferente, pues sus propietarios, los barones de Eresby, nunca han aceptado las ofertas para venderlo. Cuando la exposición cierre sus puertas en abril, Jacob y 11 de sus hijos volverán al castillo del obispo de Durham, abierto al público; mientras que el menor regresará a la soledad de un palacete, donde solo los más allegados pueden disfrutar de él.