El libro que deseo abordar en esta ocasión es Poesía esencial –Antología–, de César Brañas, compilado por el poeta y Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias 1998, Francisco Morales Santos. Fue publicado en el 2004, por la Editorial Cultura en su colección Poesía guatemalteca, tiene 529 páginas y una portada con una fotografía en la que destaca la Cúpula de la Catedral de Antigua, de Alejandro Alonzo.
Esta antología está basada en unos 11 poemarios de Brañas, escritor, poeta, narrador y periodista, nacido en Antigua Guatemala en 1899 y fallecido en 1976, y autor de una voluminosa obra.
Sin lugar a dudas, Brañas es uno de los poetas de referencia. Su aporte en los diferentes géneros literarios es fundamental para la historiografía guatemalteca. En esta ocasión, Morales Santos, que ha sido un importante antologador, aborda lo más representativo de su poesía. Una de las aseveraciones del compilador en su nota editorial es que “en cada uno de sus versos se nos revela como un poeta capaz de conjugar los más diversos recursos poéticos, como un cantor conspicuo en su sonoridad verbal, en sus metáforas que elevan a la categoría de arte sus experiencias cotidianas”.
En efecto, Brañas construye un discurso innovador para la poesía de los años 30. Utiliza las técnicas y las experimentaciones vanguardistas para adentrarse en un universo, a veces desesperanzador, otras, explorando en lo más profundo de la soledad. En Viento negro (1938), que es el poema más conocido, el Yo poético se hunde en la muerte de un padre. A través de los versos enlutece el discurso y confirma ese estado, cito: “Ahora soy no más el joven luctuoso/ que en la noche sin límite se pierde,/ ahora soy no más el joven luctuoso”. Mediante la construcción de un mundo onírico, el poeta nos lleva de paseo hacia el dolor. Podría decir, que se respira un viento negro en cada inhalación.
En Figuras en la arena (1941) hay un poema corto titulado Mirada y expresa: “Media noche traidora de estrellas,/ acribillada de emboscadas, yo asisto al rapto de tu mirada/ en cacería de tentaciones./ Dios nos libre, si Dios lo puede,/ de tu mirada.” Es impresionante de qué manera se aborda el discurso de la noche, de la soledad. Las metáforas, como traidora de estrellas, denotan esa oscuridad, asechada por estrellas que son luz, pero que a la vez ya se extinguieron.
Brañas fue, en estos poemarios a los que me he referido, un vanguardista universal. La próxima semana abordaremos más aspectos de otras obras.