La diabetes es una enfermedad crónica que aparece cuando el páncreas no produce suficiente insulina, o cuando el cuerpo no puede utilizar eficazmente la insulina que produce. La insulina, una hormona que regula el azúcar en la sangre, nos aporta la energía necesaria para vivir.
Si no puede llegar a las células para convertirse en energía, el azúcar se acumula en la sangre hasta alcanzar niveles perjudiciales.
Es un problema que afecta a toda la sociedad independientemente del grado de desarrollo.
En Guatemala la prevalencia se estima en 8.4 por ciento. El riesgo de presentar diabetes tipo 2 aumenta con la edad, obesidad y sedentarismo.
Es una causa importante de ceguera, insuficiencia renal, ataque cardíaco, derrame cerebral y amputación de extremidades inferiores.
La diabetes se puede tratar y se pueden evitar o retrasar sus consecuencias con medicamentos, pruebas de detección regulares y tratamiento para las complicaciones. Las causas de esta epidemia de diabetes y otras enfermedades crónicas son complejas.
En Centroamérica es frecuente hallar una marcada polarización epidemiológica, por una parte tenemos poblaciones que aún presentan enfermedades infecciosas, desnutrición aguda y crónica, y en el otro extremo, tenemos poblaciones con diabetes, hipertensión, hipercolesterolemia y obesidad, en todos los estratos de nuestra sociedad.
Las mujeres se ven desproporcionadamente afectadas por la obesidad en muchos países.
En las Américas, la diabetes afecta tanto a mujeres como a hombres; sin embargo, las mujeres presentan tasas más altas de obesidad (29,6 por ciento versus 24 por ciento en hombres).
Durante el embarazo, las mujeres pueden desarrollar diabetes gestacional, que incrementa el riesgo de complicaciones. Además, la obesidad y la diabetes en las madres se han vinculado con una mayor propensión del niño a contraer la diabetes en la juventud.
En el continente americano, las enfermedades no transmisibles, principalmente las cardiovasculares, el cáncer, la diabetes y las enfermedades respiratorias crónicas, representan aproximadamente el 80 por ciento de todas las muertes.
Ante este panorama hago un llamado a la población, a las familias y a las instituciones, para que trabajemos juntos en hacer cambios para un estilo de vida saludable y combatir los principales factores de riesgo tales como el consumo de tabaco, la dieta malsana, la inactividad física y el uso abusivo de alcohol.