Dos días después de la declaración de independencia del Parlamento catalán, una multitud de personas marcharon ayer en Barcelona contra la secesión de esta región, por cuyo control pugnan el Gobierno español y el destituido Ejecutivo independentista catalán.
Bajo el lema ¡Todos somos Cataluña! y un mar de banderas españolas y catalanas, los manifestantes inundaron el paseo de Gracia de la capital catalana: 300 mil, según la Policía local; 1 millón, de acuerdo con la delegación del Gobierno; y 1.1 millones, según los organizadores.
Respaldada por los principales partidos no separatistas, la marcha fue convocada por la asociación Sociedad Civil Catalana (SCC), que ya congregó una manifestación masiva después del referendo sobre la secesión del 1 de octubre.
Años de tensiones entre el gobierno regional y el poder central culminaron el viernes con dos hechos: el Parlamento regional declaró la independencia y el Ejecutivo español de Mariano Rajoy destituyó al gobierno catalán y tomó el control de su administración.
“Ha sido una locura que nos ha llevado al precipicio”, repudió Álex Ramos, vicepresidente de SCC, en referencia a la declaración de independencia no reconocida por ningún país.
“Es un momento dramático en la historia de España, una situación tremendamente difícil y peligrosa!, advirtió el expresidente del Parlamento europeo, el catalán Josep Borrell.
“¡Puigdemont a prisión, Puigdemont a prisión!”, gritaban en la marcha sobre el presidente regional Carles Puigdemont, destituido el viernes por Rajoy.
Por segundo día consecutivo, la región se despertó sin saber quién llevaba las riendas de su administración, en cuyos edificios seguían ondeando las banderas españolas.
Oficialmente, las funciones del gobierno regional las asumió la vicepresidenta del Ejecutivo español, Soraya Sáenz de Santamaría. También el Parlamento está disuelto hasta las elecciones del 21 de diciembre.
Se espera que la Fiscalía se querelle contra Puigdemont por rebelión. A pesar de las causas judiciales abiertas contra él, el líder independentista podría presentarse a las votaciones.
La convocatoria desconcertó a los independentistas y les abrió un dilema: ¿participar y darles legitimidad o ausentarse y dejar el terreno libre a los partidos contrarios a la secesión que están ganando terreno?
Según una encuesta publicada por El Mundo, los partidos independentistas perderían en unos comicios la mayoría absoluta obtenida en septiembre de 2015, pasando de 72 escaños sobre 135 a una horquilla de entre 61 y 65.
