El clásico 300 del futbol nacional dejó en evidencia la realidad que vivimos en ese ámbito, con los 2 equipos de mayor tradición sin hambre de triunfo, con algunos destellos de talento, pero lejos del espectáculo que la afición clamaba desde las gradas.
El árbitro Bryan López señaló al menos 35 faltas durante el cotejo, que se vio repetidamente interrumpido por las acciones fuera del reglamento y que lo obligaron a mostrar 9 cartulinas amarillas
(5 rojos y 4 cremas).
De tal manera que jugadores y estrategas se olvidaron del futbol para evitar la derrota, pero terminaron perdiendo en el proceso, pues el público exigía más de los actores, que solo atinaban a frenar al rival con infracciones.
El juego presagiaba algo distinto, cuando apenas en el minuto 4 Nicholas Hagen evitaba, tendiéndose sobre su derecha, que un remate de Rafael Morales perforara su meta. Los rojos quisieron responder, pero solo consiguieron un remate desviado sobre el arco de Javier Irazún.
En el segundo tiempo, los jugadores del cuadro carmesí, con cierta vergüenza deportiva, se soltaron un poco y adelantaron sus líneas para hacer retroceder al rival, pero sus continuos centros fueron imprecisos y no encontraron rematador. El mexicano Carlos Kamiani Félix sirvió con la cabeza hacia el área chica, pero el peligro fue despejado por un defensa.
El ingreso de Gastón Puerari en sustitución de John Méndez parecía agresivo, aunque a la parcialidad en las tribunas no le gustó, pues pedía que fuera Marco Pappa el sacrificado; el uruguayo sí revolucionó el ataque edil, pero no terminó de cuajar.
Al final, los técnicos parecieron conformes con el empate y dejaron de atacar, esperando solamente que el rival cometiera un error, y así se concretó el quinto clásico seguido que termina en igualdad.