Este año ha sido muy particular respecto de los acontecimientos que están ligados con la naturaleza y que han dejado consecuencias.
Lo pudimos ver con la serie de huracanes que azotaron en algunas islas del Caribe y a parte de Estados Unidos, también a los terremotos que afectaron a México y Guatemala en meses recientes y las constantes lluvias que han dejado a miles de afectados en Centroamérica.
Es de reconocer que los desastres naturales son hechos ajenos a nuestra voluntad y no los podemos evitar; sin embargo, las consecuencias sí se pueden reducir a través de la prevención, sumado a que la población conozca que hacer en ese tipo de contextos.
Esta acción es la que llamamos como reducción de riesgo de desastres, riesgos que provienen de una aleación de factores económicos, sociales, políticos, culturales, entre otros.
Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), en los últimos dos lustros, más de 4 mil millones de personas se han visto perjudicadas por algún fenómeno natural que los ha forzado a desplazarse.
Asimismo, la mayoría de muertes han sido a causa de inundaciones, tormentas, olas de calor, terremotos, tsunamis y erupciones volcánicas. De forma lamentable, aunque se sabe qué tipo de fenómeno natural nos puede azotar cada año, no existe capacidad para prevenir o minimizar los riesgos.
Durante décadas hemos sufrido las inclemencias del tiempo y las seguiremos padeciendo, mientras no se fomente una cultura de prevención. En ese sentido, vemos el caso de Guatemala, por ejemplo, que contamos con instrumentos que contienen información para la prevención de desastres, como los guías y planes de respuesta de la Conred, el protocolo nacional de temporada de lluvias y huracanes, el protocolo nacional para la gestión integral del riesgo de desastres por canícula, inclusive se cuenta con un conjunto de normas que tienen por objetivo ser un mecanismo de preservación de la vida, seguridad e integridad de las personas, todos ellos con base en lo establecido en el Marco de Sendai de la ONU para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030.
No obstante, el reto para las autoridades es encontrar los mecanismos efectivos que involucren a cada sector de la sociedad en la prevención y disminución de riesgo de desastres, de esa forma se convertirá en tarea de todos y cada año habrá menos hechos que lamentar.