En el año 1954, la Asamblea General de las Naciones Unidas recomendó que se instituyera en todos los países un Día Universal del Niño.
Escribo en honor a los niños de Guatemala, seres especiales que alegran nuestras vidas y que aspiran a un futuro de realizaciones.
Solo hay que preguntarles ¿Qué desean ser cuando grandes?, las respuestas son diversas, desean ser: policía, bombero, doctor, licenciado o presidente.
Algunos duermen con la ilusión del día siguiente ir a la escuela, otros –en su mayoría– saben que eso de ir a la escuela solo es un sueño que casi nunca se cumplirá.
Escribo por esos seres en quienes debemos invertir para garantizarles una vida digna y con mejores condiciones para su desarrollo.
Por las condiciones de estratificación social de nuestro país somos una sociedad en donde hay niños que lo tienen todo –que son los menos–, otros que tienen algo y muchísimos que no tienen nada.
Estos últimos viven una realidad muy triste, asociada con desnutrición crónica, enfermedades, condiciones infrahumanas, sin acceso a educación, salud y condenados al trabajo infantil.
Guatemala es un país donde todos debemos unirnos para que desde nuestro ámbito de trabajo, aportemos para mejorar las condiciones de nuestros niños, tenemos que hacer un pacto social en el que entendamos nuestra realidad y nos comprometamos a contribuir para cambiarla. No tenemos solo que observar qué hacen los funcionarios, o las instituciones educativas, tenemos que entender que todos somos parte de este sistema y que para que funcione debemos participar haciendo nuestro aporte.
La niñez guatemalteca necesita de todos para vivir con plenitud en el marco de un proceso formativo integral, proporcionándoles la oportunidad de cambiar su estilo de vida por uno que sea digno y humano.
La educación como un derecho debe prevalecer, sin embargo, la alimentación y la salud son fundamentales para lograr condiciones favorables para el aprendizaje.
Los maestros que trabajamos con niños debemos entender que es nuestra responsabilidad su formación, del buen trabajo que hagamos, vendrán sus éxitos.
Cualquier profesional que trabaje con niños, sabe que tiene en sus manos un gran tesoro, el cual debe saber atender, cuidar, enseñarles a soñar y cumplir con sus sueños. Debemos hacerles ver que son importantes, que este país es de ellos y esforzarnos para que cuando grandes, sean quienes guíen en mejores condiciones esta sociedad.