La labor periodística, en países donde los dueños del sistema determinan lo que se debe o no decir, constituye un riesgo y una frustración. El ejercicio noticioso en sistemas en los que el capital predomina y el consumo constituye su aliciente, la objetividad, la honradez y dignidad son palabras demagógicas, sin ningún contenido real.
En qué momento la libertad de expresión y emisión del pensamiento, dentro del periodismo, es posible, si los medios convencionales de comunicación, al nutrirse del capital, producto de la publicidad, constituyen uno de los brazos ideológicos del sistema, que le permite a este tener vigencia, y no solo eso, alienar a la población. Los que se sirven del control del sistema, los privilegiados viven de la desinformación en la que se mantiene a la población y de la que los medios tradicionales constituyen sus cómplices.
Pero, ¿qué significa que un medio de comunicación sea objetivo, sin ninguna ideología? Si se entiende por ideología, la inclinación espuria que pueda tener y, de hecho, la tienen los medios, al sesgar la información a través de especificidades, tanto de forma como de contenido, es claro que un periodismo digno no debería ejercerse de esa forma.
Desde que Marx señalara que la ideología es falsa conciencia, en la que su contenido no corresponde a la realidad, el pensamiento crítico tendría que ventilar la labor desinformadora de los medios de comunicación, evidenciando con argumentos, el negocio de la prensa, y desde luego, su carácter ideológico.
Usualmente se habla de ideología cuando se contraponen criterios de derecha e izquierda. Pero, ¿qué significa ser de uno u otro bando? La izquierda nace con la Revolución Francesa por medo de los jacobinos, miembros del parlamento francés, identificados con los intereses del pueblo, mientras los girondinos, de derecha, constituían la defensa de los intereses de la aristocracia. Unos conservadores otros revolucionarios, unos progresistas otros reaccionarios.
De ahí que, cuando se señala que un medio de comunicación no está identificado con consignas ni de derecha ni de izquierda, debe entenderse que no tiene simpatías con uno, ni con otro grupo, sino que aspira a la objetividad, a la neutralidad en cuanto a la información. Objetividad que dentro del periodismo está lejos de ser realidad. No hay que olvidar que la labor periodística no solo consiste en informar, sino sobre todo, en orientar a la opinión pública.
En países avanzados, existen medios plenamente identificados con la derecha y la izquierda, lo cual no significa que forzosamente tengan que deformar la labor informativa en función de sus intereses. El ejercicio periodístico debe tener el criterio de qué, cuándo informar, y a quién darle cabida en esa labor, dejando por un lado la diatriba, la calumnia y todo aquello que enmascare la realidad en beneficio de un sector y perjuicio de la sociedad.